Antes que cualquier otra cosa suceda en estos días de nuestra gran final, me gustaría dedicar mi semana laboral a mi tía Martha Patricia Pantoja, quien falleció ayer. Americanista de hueso colorado que en mi infancia le metió mucho sabor a mis primeras apuestas.

Para ella, la cobertura del juego de ida. La otra, evidentemente una sincera y gigante felicitación a tod@s los que festejan la Navidad. Abracen, gocen, brinden, reflexionen, recen, platiquen, bailen y vuelvan a abrazar su entorno, a sus seres queridos.

Dejemos a un lado la polarización y gocemos que estamos vivos para luchar por nuestros ideales. Feliz Navidad.

Y ya para entrar en materia, no podía dejar a un lado el ejercicio de ayer con el entrenamiento en el Estadio Azteca para apoyar al América. Casi 30 mil personas y eso desató, vía la mediatización que tiene el Ame, diferentes lecturas.

La primera, que por fin hicieron un ejercicio sano para acercar a sus aficionados, eso lo celebro. La segunda, que nos enganchó en una vanidad absurda de comparación de asistencia, tanto con los regios —que son los amos en este tipo de festejos, donde llenan sus estadios y meten más de 40 mil personas, algo que no logró el equipo de Coapa— y la que se hizo para amarrar navajas con las asistencias de Cruz Azul y Chivas . Algo tan absurdo que incluso ayer hubo más personas que en la mayoría de los partidos oficiales del América.

En fin. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A entrenamientos los abiertos, la moda para justificar la “grandeza”.

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