Es cierto que vivimos días muy frenéticos. La información pasa todo el tiempo con noticas que llenan nuestra cabeza y hacen salir esa parte de angustia y oscura que tenemos.

A su vez, el tiempo se detiene. No pasa nada, está la familia, los seres queridos, los chats, los zooms, los skypes, todos tratando de sonreír, cocinar, moverse de la sala al comedor. Sin duda afortunados los que cuentan con ese indicador, que dicho sea de paso, es la minoría. De ahí que la agenda y el compromiso de los grandes empresarios se duplique, por posición, recursos y moral.

El deporte todos los días manda mensajes de atletas con ese equilibrio y ese anhelo de ayudar, de dejar que sus fanáticos, sus entornos no se caigan. Los clubes poderosos donan dinero y recursos en todo el mundo para controlar, mitigar la crisis y la pandemia.

Ayer, el joven dueño de las Chivas , Amaury Vergara , anunció que destinará un espacio muy grande en caso de que en la zona metropolitana de Guadalajara falten camas para atender a la gente que requiera los cuidados especiales para el Covid-19.

Mensajes tan oportunos y acciones que también enseñan la otra cara de esas noticias que consumimos todos los días. Es cierto que también corren el riesgo de colapsar en muchas de empresas o negocios, pero que deben entender que estos líderes corporativos más allá de amortiguar con sueldos a sus principales figuras, deben ser más proactivos para apoyar la tremenda emergencia en la que estamos.

Eso requiere visión y estoy convencido de que no sólo por haber estado concentrados en la desaparición del ascenso, deberán dejar a un lado esa responsabilidad social que les corresponde. Seguro en estos días vamos a leer más noticias como la de Amaury Vergara, o como la de Jesús Martínez apoyando al cuerpo médico del estado de Hidalgo.

¡Bienvenidos, bienvenidos! Al legado del deporte que se ejecuta en las oficinas directivas y no en las canchas.

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