Tristemente, en lugar de reconocer a una dupla como la ZaSa ( y Salas), la RoRi (Ronaldo y Rivaldo), MS (Messi y Suárez), sólo por mencionar a algunas, dos jóvenes futbolistas han preferido tomar y enfiestarse que trascender.

Ellos escogieron y lograron ser futbolistas. Alexis Vega, después de demostrar buenas cosas con el Toluca, y Uriel Antuna, incluso visoreado por el Manchester City, llegaron a Chivas a ligar, vivir de noche, gozar la vida sin la disciplina que requiere una profesión y un oficio para despuntar, para romperla, como lo hacen las grandes figuras del mundo.

Ojo, soy de los que respeta la vida privada, pero —en el momento en que las figuras públicas hacen pública su privacidad— exhiben su poca capacidad de razonar y entender su trabajo.

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Para ser mejores en la cancha, se requieren esfuerzos que pudimos ver con los jugadores que desfilaron con tanto talento y potencia física entre el PSG y el Bayern , para que nos quede claro por qué casi nunca vemos mexicanos en esas esferas.

Ayer se viralizó un tuit en el que posteé un reflexión después de una gran jugada que Uriel le hizo a Davies, el canadiense y mega lateral, velocista del Munich, en el que hice un comentario simplista, pero que calentó a más de uno por las razones expuestas en una columna.

En México, al jugador profesional, la fama, el dinero, la mala cuna y los pocos valores que desarrollaron en su juventud, lo exponen en la sociedad, a tal grado que es más importante que los vean en sus redes sociales empinándose una botella o tomando caballitos de vodka, que goles en la cancha. Así de claro.

Es su vida, —si no componen el camino— no habrá piernas, ni tampoco talento, que alcance y estarán más cerca de ser la dupla AA que la pareja explosiva de las Chivas: VEAN, Vega-Antuna.

¡Bienvenidos, bienvenidos! A la vida desmadrosa y sin conciencia de nuestras figuras en la cancha y en las pedas.

@EnriqueVonBeas

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