En pleno auge del autoritarismo populista tan extendido en el mundo, y fortalecido por Trump, Brasil a contracorriente, acaba de infringir un severo golpe al populismo en el cono sur latinoamericano, con la resolución de la Primera Turma del Supremo Tribunal Federal (STF) el pasado 11 de septiembre, en el caso conocido como Acäo Penal 2668, que condena a prisión al expresidente Jair Messias Bolsonaro junto con otros 34 involucrados, entre los que figuran altos mandos del ejército, con cargos de golpe de estado contra el presidente Luis Inácio Lula da Silva y las instituciones democráticas brasileñas.
Se trata de un caso inédito del STF en los 135 años de la República de Brasil, en el que cuatro de los cinco jueces que lo integran votaron por la condena y solo uno por su absolución.
Por su trascendencia histórica, pero sobre todo su impacto tanto en el ámbito latinoamericano como mundial, cabe recordar brevemente los hechos de este resonado caso:
1) Bolsonaro fue derrotado por Lula en las elecciones presidenciales de octubre de 2022, y al igual que Trump en la elección que ganó Biden, alegó fraude, rechazando reconocer los resultados.
2) El 1 de enero de 2023 Lula asume la presidencia sin Bolsonaro y una semana después el 8 de enero de 2023, los simpatizantes del candidato derrotado irrumpen en el Congreso (al igual que las huestes de trumpistas en el Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021), el Palacio de Planalto y la Corte Suprema para presionar al derrocamiento del gobierno legalmente constituido.
3) En febrero de 2024, la Policía Federal brasileña realizó la operación Tempus Veritatis por la que se revelaron reuniones, para intervenir el Tribunal Superior Electoral y detener a magistrados del STF, borradores de decretos, planes de la trama golpista, por las que Bolsonaro es formalmente acusado de conspiración para abolir el Estado de Derecho y de organización criminal.
4) Marzo-julio de 2025 se realiza el proceso judicial contra Bolsonaro y otros acusados en el STF con pruebas, mensajes, testimonios (52 entrevistados) que vinculan a Bolsonaro con la organización del plan golpista.
5) El 11 de septiembre, Bolsonaro fue declarado culpable junto con varios exministros y militares y condenado a 27 años y 3 meses de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos.
No deja de ser paradójico que lo que no consiguieron los congresistas y tribunales en EU no obstante su fuerza, con Trump, por la agresión a las instituciones democráticas, sí lo lograron los brasileños.
Se trata, por lo tanto, de un severo y duro golpe al populismo latinoamericano que emergió en los 30 y 40 del siglo pasado con Perón en Argentina y Velasco en Ecuador. Se rejuveneció en los 90 con Fujimori en Perú, Menem en Argentina y Collor de Mello en Brasil, y adquirió un giro radical ya en este siglo, con Chávez y Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y AMLO en México.
Con diferencias según se trate de populismo de derecha o izquierda, poseen el común denominador del líder que desprecia a las instituciones por considerarse la encarnación viva del pueblo, (“yo ya no me pertenezco” es el lema de su permanente campaña), por lo que atacan y desmantelan a la democracia representativa con fórmulas plebiscitarias.
La resiliencia y fortaleza de las instituciones democráticas brasileñas, no sólo evitaron la restauración populista en ese maravilloso y extenso país, sino que dieron una lección al mundo, de que sí se puede derrotar al autoritarismo populista, incluso a pesar del denodado apoyo de la gran potencia del norte bajo Trump, que haciendo añicos el principio de no intervención consagrado en el derecho internacional y la ONU, ha dirigido sanciones comerciales y diverso tipo de amenazas al gobierno de Lula, por ese hito histórico de la justicia brasileña, emitido en pleno y justificado ejercicio de su soberanía como país independiente y libre. Meus parabéns, bravo Brasil!
Docente/investigador de la UNAM

