El domingo 6 de junio, México tiene una cita con la Historia. Cuantitativamente es la mayor disputa de cargos de elección popular, de la que se tenga registro y memoria. Cualitativamente la más incluyente, la más diversificada de candidaturas de grupos vulnerables y minorías y la primera en aplicarse la reforma constitucional de la reelección de los diputados del Congreso Federal. Todo un festín democrático para un país que no tenía registrada en su ADN a la democracia.

Cuantitativamente se disputarán 21,368 cargos, universo compuesto de 15 gubernaturas, 1,563 diputaciones (500 federales y 1063 locales); 1,926 presidencias municipales y alcaldías en 30 estados (salvo Durango e Hidalgo); 2,122 sindicaturas y 15,107 regidurías en 30 estados (salvo CDMex y Durango); y 635 Juntas municipales/Concejales,/Presidencias de comunidad en Campeche (132), CdMex (204) y Tlaxcala (299), (Revista Voz y Voto 335).

Este domingo cuando se abran las 162,851 casillas electorales, ese tamaño de elección pasa a manos tanto de los ciudadanos electorales quienes la hacen suya durante el tiempo que dure la jornada y los escrutinios en las mesas, como de los ciudadanos que acuden a depositar su voto. Fiesta eminentemente ciudadana. Con 9 personas por casilla, un ejército de 1,465,659 fueron capacitados (y en tiempos de pandemia! por esa gran institución única en su género en el mundo: el INE), para operar la elección y recibir el voto de quienes libremente quieran ejercitar ese derecho político de un padrón de 93 millones de mexicanas y mexicanos, cifra que estimo entre los 45/50 millones de la lista nominal.

Cualitativamente esta elección también hará historia por su grado de inclusión: se registraron 30 fórmulas de población indígena, 3 de diversidad sexual, 4 para afromexicanos, 8 para personas con capacidades diferentes, y 1 para migrantes. Los connacionales que viven en el extranjero pueden elegir entre correo e internet para votar (Carla Humprey/EL UNIVERSAL 1 junio).

Esa misma noche, el INE con conteo rápido informará a las mexicanas, los mexicanos y al mundo, la decisión ciudadana, a pesar de todos los intentos del crimen organizado y otros delincuentes electorales para usurpar nuestro derecho, y resolver con balas y no con votos, quienes podrán contender y quienes no y eventualmente quienes ganar o perder. Esta elección una de las mas sangrientas deja una secuela de sangre de 89 personas asesinadas. El Congreso tiene la responsabilidad de crear una comisión multipartidista para abordar este grave problema y encontrar soluciones de cara a los comicios del 2024. El Estado es responsable de garantizarnos seguridad y más en una contienda electoral. ¿O acaso también será el crimen quien decida quienes podrán ser o no candidatas o candidatos en la elección presidencial?

Para esos 21,638 cargos se han registrado 126,394 candidaturas, una proporción de casi 6 candidaturas por cargo, lo que quiere decir que 5 de esas candidaturas equivalente a 104,756 candidatas y candidatos no ganarán y la pregunta es: ¿aceptarán con pundonor su derrota o inventarán fraude sin pruebas?

Lo primero nos colocará ante nosotros mismos y ante el mundo, como un país políticamente maduro, civilizado, y ejemplo para muchos otros. Como un país democrático que sabe jugar, sabe ganar pero también sabe perder. Lo segundo nos rebajará al modelo de Trump quien denigró a los EUA porque nunca quiso ni supo aceptar su derrota frente a Biden, precipitando al partido republicano a la ignominia histórica y manchando severamente su fiesta democrática.

En esta elección México ha sido resilente frente a la adversidad de la pandemia y de la violencia asesina. Caía a balazos una madre, Alma Barragán, y se levantaba su hija Denisse con su candidatura, ¡vaya ejemplo de entereza mexicana! Que los días postelectorales no nos derrote la falsa derrota. Asumamos con gallardía el pundonor del perdedor.

Docente/investigador de la UNAM.

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