Amor posmoderno. Él espera en una cafetería. Observa con atención las camionetas que llegan. Busca una jeep vieja; color gris, algo acabada. En esta misma cafetería estuvieron ayer. Todavía la ve en la mesa de la esquina. Platicaron sobre sus vidas, se contaron todo. El reloj no ha dejado de andar. Parece increíble. Pero el reloj sigue. Él no quiere irse. Se quedaría ahí para siempre. Lo que más lo desgarra es la idea de la cercanía. Podría cruzar la calle y tocar la puerta. Después de todo, eso es lo que hizo ayer. Pero no ahora. Podría hacerlo pero no lo va a hacer. ¿Por qué?

Con esas palabras empiezo El Mejor Mundo Posible, mi primera novela, publicada hace unos días por Cal y Arena. Una indagación novelística hacia aquellas cosas que casi suceden pero no lo hacen. A veces lo que no se logra consumar nos consume más que lo que sí: el amor que casi lograste tener pero no, el gol que casi metiste pero no, la elección que casi ganaste. La historia de los individuos, las sociedades y los países está permeada de estos no-sucesos. Del #Noerapenal hasta el grito de fraude, del amor que se te escapó hasta la junta a la que llegaste tarde, lo que no sucede pero pudo haber sucedido nos traumatiza, nos duele, nos construye. ¿Qué hubiera pasado si Hugo Sánchez hubiera entrado contra Bulgaria? ¿Si Santa Anna no se hubiera quedado dormido? ¿Si Cárdenas hubiera sido reconocido como presidente en el 88? A veces las cosas que no suceden nos definen más que las que sí.

El filósofo alemán Leibniz afirmaba que este no era el mejor mundo, pero sí el mejor mundo posible. Según Leibniz dada todas las posibles combinaciones de elementos, era imposible tener un mundo perfecto. Por eso Dios había creado el mejor mundo dentro de las posibilidades existentes. Bajo esa teoría tendríamos que aceptar que todo lo que casi nos sucede pero no, tiene un sentido cósmico. Sucedió en potencia y fue descartado. Al final no fue la combinación de sucesos aprobada por el Dios de Leibniz. La explicación de Leibniz puede ser frustrante, un intento complejo pero forzado por compatibilizar los grandes horrores del mundo con la existencia de Dios. Aún así, también tiene una lección esperanzadora; lo perfecto es imposible por eso hay que hacer lo mejor con lo posible.

En 1759 el filósofo francés Voltaire publicó un cuento llamado Cándido. En los primeros capítulos, Cándido conoce la teoría optimista de Leibniz. Si este es el mejor mundo posible, entonces todo lo que sucede es lo mejor que pudo haber sucedido, razona el personaje. Pero la realidad insiste en contradecirlo: el mundo al que se enfrenta Cándido lo humilla una y otra vez. El personaje insiste en que todo está bien, pero Voltaire se mofa abiertamente de la teoría de Leibniz. La teoría de el mejor mundo posible solo es aceptable desde la fe, la realidad dicta que el mundo es más jodido. Cándido acaba por renunciar a su optimismo, y adopta primero un pragmatismo y luego un pesimismo ante el mundo. Al personaje de Voltaire lo traiciona el casi-encuentro con la felicidad, aunque siempre parece posible, nunca acaba por llegar.

Mi novela también explora la parte más pesimista de los encuentros humanos, en este caso románticos: “Tuvimos el valor de amar y las agallas de arruinarlo todo. Ahora luchamos por borrarnos del hard drive. Una lucha de la que no nos damos cuenta porque pensamos ilusamente que no existe, que es cosa de arrastrar la carpeta al basurerito digital y se acabó. Pero acuérdate que no se le llama basurero, sino bandeja de reciclaje. ¡Bandeja de reciclaje! ¿En qué se habrá reciclado nuestro amor, nuestro dolor, nuestras vivencias? Revisa tu hard drive, tu carpeta de descargas; a lo mejor nuestros archivos están tan diseminados que no los logras encontrar, pero confío en que soy capaz de tomar las más extrañas formas. No se libra uno tan fácil de las malas decisiones del pasado, y desde la racionalidad más pura, amar siempre es una mala decisión y a la vez una gran sabiduría.” dice uno de los personajes de la novela. “Sólo brevemente fuimos criaturas del mismo mundo, sólo en una novela cabríamos en la misma historia.” le responde el otro.

El arte nos permite darle vida a lo que la realidad no permitió. No será el mejor mundo posible, pero hay que hacer lo mejor posible con el mundo.


Analista político

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