Y se acabó el año. Aquí en Valencia, el pasado día 21 comenzó oficialmente la Navidad. El favor se le debe al maratón Trinidad Alfonso, que se llevará al cabo mañana, día 7, fecha original del encendido de las luces de temporada y, a pesar de que el evento deportivo empieza a las 8:15 am, aparentemente había conflicto de horarios. Cuestión de prioridades. Black Friday ha durado semanas. Ya lo he dicho y lo repito: No soy gran fan de la Navidad a menos -claro está- que haya niños, en cuyo caso la fiesta cobra un sentido totalmente distinto, me visto acorde a la ocasión y quiero ser la primera en repartir regalos. Por lo pronto, yo ya terminé mis compras y he empezado a despedirme del año a pesar de tener que esperar algunos días más para sacar bombo y platillo. A estas alturas, ¿qué más da? 2025 ha sido para mí un año con más accidentes que alegranzas, por lo que sí, ya va siendo hora de estrenar la agenda nueva. Desde hace muchísimos años tengo la costumbre de escribir mis citas y pendientes con lápiz en agendas de papel que conservo para la posteridad. Y aunque no son diarios donde escribo mis pensamientos o emociones, ciertamente me recuerdan momentos pasados, experiencias y banalidades: Cumpleaños, aniversarios, viajes, puentes, citas con el dentista, el oculista, el paso del tiempo. Si tuviese que definir el año que se va en una palabra, usaría doloroso, doloroso en lo personal, doloroso en lo general, lo de allá afuera. Guerras, amenazas, retos por ambos flancos, el paradigma que está surgiendo no me agrada en lo absoluto, pero aquí estamos y estamos bien. Y no es que el tiempo todo lo cure, pero como dicen por allí, tragedia + tiempo = comedia.
Hay quienes afirman que el tiempo es una invención del ser humano, por lo que existen muchas teorías a su alrededor: físicas, filosóficas, matemáticas, personales. Según Newton (el de la manzana), existe un tiempo absoluto e independiente que progresa a ritmo constante en todo el universo. La teoría de Einstein (el de los pelos parados) involucra espacio y velocidad, por lo que el tiempo es relativo. La física cuántica ha demostrado que el tiempo fluye simultáneamente hacia adelante y hacia atrás. Para Stephen Hawking, “…si un tren pudiese alcanzar la velocidad de la luz, el tiempo transcurriría más lento dentro que fuera de él” (Wiki). Yo ni sé ni entiendo mucho de estos temas, de hecho, cuando estaba en preparatoria, me tomó siete intentos aprobar la clase de física, pero cada de vez en cuando me miro al espejo y compruebo por enésima ocasión que el tiempo sí pasa o, como canta Bosé, "El tiempo pasa y no de largo… somos los mismos envueltos en novedad" (“Este mundo va”).
Fernando Pessoa decía: “Siempre vivo el presente. El futuro no puedo conocerlo. El pasado ya no lo tengo”. El tiempo vuela. Se me fue el tiempo. No hay tiempo que perder. El tiempo es oro. Es complicado esto del tiempo, nuestra percepción de este depende de lo que procesa el cerebro, ya que no es solo cronológico: segundos, horas, días, meses y años son muy útiles para organizar la vida de alguna forma, llevar la cuenta, tener un punto de referencia, de comparación. Pero el inconsciente -decía Freud- lo ignora. Y es que hay experiencias, personas, lugares y momentos que, al recordarse, caben en un ratito de vida, o como dijo Shakespeare, “En un minuto hay muchos días”. ¿Será por ello por lo que cada cabeza es un mundo y que este mundo totalmente subjetivo es atemporal?

