Primero que nada, lean lo que está pasando en el mundo. Deténganse en Italia y España, en los registros de los hospitales atestados que mantienen pacientes en los jardines o en el piso. En Estados Unidos, en Nueva York, que es una vez más el foco doloroso del país más afectado del mundo. Sobre todo en este último que parte de su problema sanitario, lo debe a la soberbia de su presidente. Sin embargo, no se detengan mucho, lean qué han hecho en Corea del Sur, Japón, Alemania y desde luego en China. Lean la manera en que Reino Unido aceptó que estaba en un problema, se plantó aunque aún no consigue salir. Y hay que leer a nuestro país y a su gente. Y si el señor que los dirige insiste en culpar a quien sea de lo que no ha logrado resolver, díganle que ese absurdo gobernador no tiene razón, que todos estamos propensos al contagio, y señalen con claridad que los conservadores, los fifís, los neoliberales, que todos los que él considera sus enemigos y sus enviados, nos estamos cuidando, que la mayoría estamos confinados en cuarentena. Si los gobiernos anteriores casi acaban con el país, no dejaremos que este acabe con los mexicanos. No.

Háganle ver que el pueblo sabio y milenario podría diezmarse. Usted que lo ha consentido en las consultas, envíele cartas y dígale que lo mejor que le pudo pasar en la vida es haber votado por él y sus candidatos, aunque la mayoría hayan resultado peligrosamente incapaces. México no se va a salvar con palabras, señoras y señores del gabinete. No. Nos vamos a salvar con las acciones sanitarias oportunas que anuncia la Secretaría de Salud, no con ocurrencias. Los escapularios y los tés, ¿a poco sirven? Para que los millones de pobres se salven es necesario establecer una política de apoyos al salario y a las empresas que generan empleos. No más dinero para los ninis. Mejor que sea para las familias para que afronten los duros meses que se avecinan.

Sería bueno que leyeran el cuento “No oyes ladrar los perros”, de Juan Rulfo, donde no les costará advertir a qué personaje se parecen. Y reflexionen sobre el final, cuando dice que no le ayudó ni siquiera con esa esperanza. Nos gusta que cada tarde nos digan cómo vamos, los infectados y las defunciones, pero también existen otros datos; muchos profesionales de la salud, extenuados, cuentan a sus familiares que el asunto es grave, que ya hay secciones en muchos hospitales repletas de infestados y hacen un enérgico llamado a extremar cuidados y tomar en serio todo lo que indica la Organización Mundial de la Salud desde hace tres semanas con relación a la higiene y a quedarse en casa. Deben de leer eso. Ya sé que no leen el futuro, pero sería bueno que planearan qué va a pasar con los pacientes que necesitamos medicamentos diarios, de por vida, entre los que me encuentro, ¿van a continuar trabajando los laboratorios?, ¿los van a distribuir por todo el territorio nacional? ¿O nos van a dejar morir como presuntamente ocurre en países que amamos? Y los alimentos, ¿qué apoyos extraordinarios proporcionarán a los agricultores, avicultores, pescadores, ganaderos y demás para que sigan produciendo comestibles para nuestro pueblo? En las grandes ciudades es difícil ser autosuficiente. Hay edificios con muchos vecinos y una sola azotea.

Cómo ven, no la tienen fácil, les esperan muchas lecturas. Algunos de ustedes leerán por primera vez, pero hay otros que son grandes lectores. Espero que esos no se infecten porque el trabajo que les espera es descomunal; hay un país de 120 millones de habitantes que no está dividido; porque en esta coyuntura, espero que todos guarden sus rencores y su soberbia supina y nos plantemos con todo para apoyarnos y salir con vida de esta tremenda pandemia. Dejen sus diferencias. Que vuelvan los tiempos de la taza de azúcar y el poco de frijol entre vecinos. Recuerdo que cuando Ronald Reagan fue herido, llegó consciente al hospital y preguntó al médico que lo operaría: “¿Es usted republicano, doctor?” Y el cirujano respondió: “En este momento todos los médicos de este país somos republicanos, señor presidente”. Y bueno, es mejor que estemos juntos y que no tengamos que ser todos de morena, el partido de nuestro Presidente, que no sabe guardar su sana distancia. Queridas amigas y queridos amigos, vamos a mantener vivo a este país. Todos los que pertenezcan a organismos difundan las medidas que debemos tomar. Mujeres, ¡otro paro nacional desde sus casas por favor! Vamos todos, y ya verán como en noviembre no será necesario más que el cempasúchil de siempre.

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