“El arte es la más importante de todas las ocupaciones humanas”, afirma el escultor constructivista Naum Gabo, y muchos estamos de acuerdo. El arte ofrece numerosas razones para vivir correctamente, provocar momentos únicos y participar en un universo de deseos de grandeza que en esta época, tan incierta y devastadora, nos vienen muy bien. En días pasados, Magali Tercero, César Silva, Antonio Malpica, David Toscana y yo, tutores del Fonca en el género de cuento, fuimos convocados por Adriana Konzevick y su equipo, donde se nota Erick Pérez Velasco y varias colaboradoras, para realizar la segunda evaluación de las y los becarios de la promoción 2019-2020.

Trabajamos alrededor de ocho horas y hubo momentos realmente deslumbrantes. La literatura que viene, los cuentos que un grupo de 11 está desarrollando, serán un muestra segura y potente de que los apoyos del Fonca son muy necesarios, cero desperdicio en esos recursos y no pueden ser empleados de mejor manera. Desde hace 18 años he constatado que uno de los rostros más asombrosos de México en el mundo es su literatura. Pertenezco a una generación que siguió los pasos de nuestros maestros del Boom y pudimos crear respetables voces alternas para intentar sostener la presencia de Rulfo, Del Paso, Fuentes, José Agustín y Elena Poniatowska, entre otros. Voces ácidas y misteriosas, violentas y amorosas, inquietantes y promisorias. La mayoría becarios del Fonca. Por eso aseguro que esta banda tiene una firme vocación y una capacidad de aprender de sus tutores que los llevará, indudablemente, a ser muy buenos. Hasta ahora han creado historias fantásticas, ciencia ficción, humor, suspense, denuncia y de esa realidad descarnada que en los últimos años ha ennegrecido nuestro país.

Están Selene Ramírez, Lola Ancira, Aniela Rodríguez, Josué Sánchez, Emanuel Bravo, Martín García, Bernardo Barrientos, Fernando Jiménez, Atzín Nieto, Krsna Agustín Sánchez y Fernando Yacamán. Jóvenes creadores que consiguieron la beca con proyectos de sumo interés y alto grado de dificultad. A los tutores nos agrada que todos intentan trascender las formas clásicas del cuento, que buscan ir más allá de los patrones seguros. Sus atmósferas emocionales son intensas y provocadoras. Para conseguirlas se valen de un lenguaje preciso, un timing funcional y no dependen del final sorpresa para lograr una historia redonda que deja una sensación entrañable de estar ante un texto donde hay maestría narrativa. Es claro que tienen un compromiso con la literatura y saben que la incertidumbre es un componente insoslayable de este arte exigente como el que más. Contar una historia es un juego donde todas las reglas te incitan a quedar en las miasmas del conformismo; sin embargo, ustedes jueguen a ganar. Sean respetuosos de la tradición cuentística del mundo, pero no duden en matar a papá.

Una generación en formación es una papa caliente. Un atado de sueños con que construirán el futuro literario. Serán testigos de una época muy tortuosa. Por eso los tutores sugieren no retardar su desarrollo. México tiene enormes crisis de salud y económica, una calamidad. Entonces no permitan que se genere una crisis estética. Ustedes son el Fénix, los testigos que contarán lo que tuvo que pasar para que este país ubicara su nuevo destino. Que digan: nunca una generación de escritores expresó tan bien momentos tan aciagos de la historia. Porque nosotros, los tutores, apenas contaremos el principio.

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