Aunque la banalidad de los hombres crueles es menos discriminatoria y criminal que la crueldad de los hombres banales, la nueva novela de Norma Lazo juega una carambola de tres bandas donde la abyección parece ser la mano que mueve la cuna; y la banalidad, el origen de algunos callejones sin salida. Digamos que trabaja el efecto de las pérdidas y la debilidad humana ante eventos a los que es imposible acostumbrarse. Dicen que la nueva normalidad incluye que nos acostumbremos a esto, algo que en esta novela, que fue publicada por Lumen, del grupo Penguin Random House, en enero de 2022 en México, no ocurre, y quizá nos quiera advertir que jamás ocurrirá.

Norma Lazo nació en Veracruz, es una narradora meticulosa que escribe como si acariciara las palabras, que tiene la virtud de tratar en su narrativa ciertos comportamientos humanos donde sus personajes reaccionan de manera inesperada, como si estuvieran destinados a sufrir y a experimentar todos los golpes que los dañan, sin oponerse. Se ocupa de tres casos que ocurren en diferentes épocas, aunque están unidos por una línea artística que nadie ha buscado pero que sucede como un amanecer en Mallorca, oscuro y con arcoíris. Los personajes que habitan esta historia son Akimitsu Yoshikama, un prestigiado director de cine; Ekaterina, viuda del capitán Alekséi Nikoláyev, acusada de espía y próxima a ser condenada a muerte, y Takumi Kobashachi, maestrante que estudia la obra del primero y que recibe un mensaje en Moscú en que le piden regresar a México donde su hermana Kokoro ha sido brutalmente agredida y está al borde de la muerte. Poco a poco, la novelista, lleva cada uno de los casos hasta un extremo que no me atrevo a revelar.

Cada uno de los personas es intenso. Ekaterina espera su juicio en una celda fría, donde tiene la fortuna de contar con un amigo. Les gustará la conducta de esta mujer que se crece ante la desgracia y asume su papel en la historia de su familia hasta el final que usted imagina pero que conocerá en alguna de las páginas de esta novela. Usted puede admirar a Yoshikawa; quizá por eso cuesta comprender la forma tan despiadada en que se persigue a sí mismo y el heroísmo de su joven asistente que no se mide en su manera de apoyarlo. Ustedes saben lo complicadas que son las personas que apuestan todo a sus obsesiones. Takumi, este joven que estudia en Moscú, les robará el corazón, aunque no les resulte fácil comprender su forma de manejar los límites, sobre todo cuando la persona que más quiere se encuentra en grave peligro. Una mujer que vive en un país donde “desaparecen y matan a los más vulnerables”, y “asesinan a tantas mujeres por el hecho de serlo”. ¿Dónde será?

Norma Lazo teje fino en La banalidad de los hombres crueles. Se respalda en la virtud de los capítulos breves, consigue un ritmo comprometedor y cada uno de los casos mantiene el interés a lo largo de la novela. Algunos de los hombres crueles le despertarán ese grado de repugnancia necesario para explicarse el funcionamiento de ciertas sociedades en que el fútil valor de un ser humano, escapa de nuestra concepción. El sentido de la crueldad que aquí se maneja es que la crueldad no tiene sentido; ni siquiera la de Yoshikawa, que usted decidirá sobre su caso. Por supuesto que Lazo confirma que la conducta de los violadores no tiene ninguna justificación. Lo bueno es que es una gran novela que usted no puede dejar fuera de sus lecturas. Ya verá que me dará la razón.

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