¿De verdad han domado al Covid-19? Qué alegría. En cuanto supimos, mi mujer y yo brindamos con agua de tamarindo porque acá no hay pozol, y nos arrepentimos de haber dudado de su palabra cuando aseguró que el coronavirus nos haría lo que el viento a Juárez. En ese momento también creímos en las vespertinas, en esos datos que jamás habíamos tomado en serio. Hasta pensamos en enviarle algunos pescados y mariscos para que salga algo delicioso de su cocina palaciega, ¿ha probado el aguachile con camarón de bahía o el ceviche de camarón seco? No sabe lo que se ha perdido. El problema vino después, cuando compartimos nuestro regocijo con algunos amigos y nos informaron que varios de sus familiares están sufriendo porque no hay respiradores y que algunos ya han fallecido, incluyendo un chico de la calle al que ni la Cruz Roja quiso recoger. Pensé si esos muertos serían neoliberales, fifís o conservadores, o las tres cosas.

Creo que la política contemporánea, además de una actividad esencial para el correcto funcionamiento de la democracia, es también un acto de amor. De amor a todos los gobernados, a la justicia, a las leyes, a la legalidad, al progreso, a la verdad y a la rendición de cuentas. Creo que ser político es una vocación muy profunda y tener un puesto resulta un trabajo extenuante y comprometido que exige sacrificios mayores. Ser presidente es el extremo de las responsabilidades y usted se ha puesto los zapatos. Tiene que demostrar que no le quedan grandes, que ese puesto es para usted. Que usted de niño tuvo un sueño y justo está en el lugar para hacerlo realidad. Vamos presidente, mire alrededor. Pero sobre todo mire adelante. Si le hicieron algo que le afectó mucho en el pasado, déjelo a un lado. El problema que tiene enfrente no es menor y creo que nos necesita a todos: a sus críticos más duros, a los grandes empresarios, a los que lo apoyan incondicionalmente, a los pequeños empresarios, a los que trabajan en la informalidad, a las mujeres, los actores, músicos, escritores, artistas plásticos, a los emprendedores, a los jóvenes, los adultos, a los viejos. Proteja de una vez por todas al personal de la salud, en este momento esa es su Guardia Nacional. Ese es su poderoso ejército. Acepte sugerencias, Presidente, quizá no lo ha pensado pero en este momento es más necesario invertir en hospitales y equipo de protección para los médicos que en el tren maya, el aeropuerto, la refinería, el estadio de beis y demás proyectos menores. De verdad podemos sobrevivir sin ellos, Presidente; lo que sí, no sobreviviremos al Covid-19, que sabe bien no ha domado ni de chiste; y mucho menos a los Covid 20 y 21, que podrían llegar; al menos en China ya tocaron la puerta.

Haga la paz, Presidente. Esos berrinches sólo empañan su figura, por cierto bastante minimizada por más de 500 días de malos resultados. Impulse una política inteligente. Deje ese asunto de la ciencia neoliberal y de que nuestro genoma nos salvará. ¿Para qué sirven los soldados patrullando el territorio nacional?, ¿nunca le pusieron un M16 en la cara y una bota en el pecho? ¡Queremos médicos, enfermeras y hospitales equipados! Queremos hechos que nos hagan confiar en que es posible salvarnos. Obligue a los hospitales privados a que atiendan a todos por Covid. Que sean generosos con el cobro. Una señora dijo que le pedían 20 mil por ingresar a un familiar y 20 mil por día internado. Imagine, usted apenas presta 25 mil y a su gente. ¡Por Dios, Presidente, demuestre algún humanismo y tome el toro por los cuernos! Si de verdad ama al pueblo, empiece a sumar. El amor necesita algo más que palabras. Usted quería ser Presidente, lucho por ello durante años y allí está, en la gran silla de la nación. Pues órale. Demuestre que lo merecía y que los que nunca creímos en usted somos una bola de tarados que no advertimos sus dotes de estadista. De líder total. Pues bueno, es tiempo de demostrarlo, señor, o se encabestra o se ahorca; usted hágales ver a todos esos que decían: No me gusta el sapo pa ligero que estaban en un error. Chayito Valdés canta: Si no se haya competente pa qué se comprometió, pero nada, usted ahora va a demostrar de qué está hecho y nos hará ver de qué cuero salen más correas. Ya no es el tiempo en que usted ordenaba: ¡A los pozos! Y pasaba todo eso que usted debe recordar. Eso no funciona con el coronavirus. No. No queremos aplicarle la genial frase con que Porfirio Muñoz Ledo calificó a Salinas, un día que un priísta decía que el señor era un visionario. Muñoz Ledo señaló: sí, es un visionario, pero porque ve visiones. Y le pregunto de nuevo, ¿en serio domaron al Covid-19? Mejor empiece a armar un fondo para comprar vacunas cuando estén disponibles. Amigas y amigos: quédese en casa y lean todos esos libros polvorientos.

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