¿A cuántas caricias luz de distancia estamos?, pregunta la autora de un diario lleno de vibraciones negras, mismas que se generan por la ausencia de su compañero, de su amor posible que ha muerto y que le cuesta procesar a pesar de las intervenciones de un psicoanalista, amistades, un nuevo empleo y familiares que reclaman suavemente su desapego. ¿Por qué no has llamado?, ¿cuándo vienes a cenar? Socorro Venegas nos comparte Ceniza roja , un hermoso e inquietante libro publicado por Páginas de Espuma en marzo de 2022 en la Ciudad de México . Con ilustraciones de Gabriel Pacheco, que adiciona una penetrante estilización de la desgracia. “Yo sé dónde empezó y cuál es el nombre de mi angustia”, aclara la voz narrativa, y no puedo evitar preguntar si nosotros sabemos ese nombre, que no pocas veces es rojo, aunque lo guardemos en la parte más oscura de nuestro corazón.

¿Pero a cuántas caricias luz estamos?, ¿Stephen Hawkins dijo algo? O sólo Socorro Venegas se ocupó del asunto. Cómo sea, Ceniza roja en su libro de gran calidad, cada una de sus partes, textos fechados o no, son un desgarramiento que gracias al estilo poético de Socorro, se percibe hondo y oscuro. Con una carga emocional que es imposible ignorar y que por lo mismo, es inevitable seguir a la narradora que se deshace en su pérdida.

Durante un año, esta mujer de 27 años cuenta el impacto del vacío dejado por Alan, un vacío físico que crece y la induce a cambiar de domicilio, aunque nunca puede escapar del vacío que llena su corazón y que la acompaña en su vida cotidiana. “Cenizas es tu nuevo nombre”, expresa, para documentar su abandono y la pérdida de la esperanza, una nave que cada vez que escribe en su diario reconoce que se le ha escapado. Ni siquiera conserva el pensamiento de Francisco de Quevedo cuando escribió, “polvo serás, más polvo enamorado”, en uno de sus sonetos más celebrado; aunque reconoce, después de casi seis meses de la ausencia, que debe “vivir con eficiencia”. Después de repetir obsesivamente, “Vive para mí”.

En algún momento aparece Daniel, un hombre con el que mantiene comunicación y que la invita a Buenos Aires. ¿Hasta dónde puede llegar una relación entre un neurocirujano y una mujer empantanada en el recuerdo del ser amado que se ha ido?, ¿ustedes qué piensan? Tendrá razón la narradora cuando confía a su diario, “¿para qué escribirle a un hombre al que nunca miraré a los ojos?”.

Evidentemente tenemos una personaje que sufre, que no se atreve a salir de ese estado de angustia tan lacerante. No. No se siente cómoda y desde luego que lo intenta; pero, ¿cómo se supera una pérdida de esta naturaleza?, ¿es tan terrible el amor verdadero? Pienso en todas esas canciones de pérdida que son parte de nuestra cultura. “Cuánto ha perdido quien pierde un regazo”, escribe en el diario en un día sin fecha, y es inevitable reflexionar sobre las restas que la vida nos trae.

El regazo es el refugio por excelencia, el sitio donde los corazones dicen sí y posibilitan la belleza en las relaciones. Ceniza roja es un libro para leerse despacio, como si cada texto fuera una gota de agua en el desierto, como si quisieran aprender el nombre de los sueños y lo invaluables que resultan como sucedáneos de los que se han marchado. Pero también es un libro para verse, para perderse en las figuras estilizadas de Pacheco y esa manera tan precisa de expresar el infinito. Un chapulín rojo pide silencio para besar la fuerza del olvido. ¡Cuidense!

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