La buena noticia es que el cuento mexicano sigue más campante que el caballero escocés de sombrero Gentleman. Una muestra es este libro de Aleyda Rojo, sinaloense que vive en Mazatlán, formado por 13 sorprendentes piezas narrativas, donde sobresalen los cuentos fantásticos y por supuesto, desarrolla una idea de contar que le dejará claro que la escritora es una narradora de gran genio narrativo. Es una edición de la autora cuidada con esmero, publicada en 1922 en el puerto de un “país de mujeres enemigas de mujeres”. Un país donde, de acuerdo con el censo más reciente, la mayoría de sus habitantes son mujeres.

Cada cuento es un universo perfecto. No cuenta de más ni de menos. Apuesta todo a la precisión, a su capacidad innata para sorprender y a la variedad de temas que es uno de los aspectos que los críticos contemporáneos más aprecian. ¿Unidad temática? Qué flojera. Se percibe limpieza lingüística, producto de la seguridad con que Rojo transita de un tema a otro, llevando como guía la posibilidad de sorprender, de sacudir, de transportar al lector, lectora, a universos dislocados generados por personajes que responden a distintas definiciones como seres humanos, incluyendo a un tigre que tiene poco interés en dar zarpazos. Podría tratarse de una incursión al mundo de las obsesiones pero no tengo esa certeza; cada ser parece tener seguridad sobre su conducta y la manera en que interacciona con los demás. “Tienes frente a ti a una mujer que se equivoca cada segundo”, confiesa Paloma a un tipo que conoció hace pocos minutos. ¿Realmente se llama Paloma? Ya sabe, me atrevería a quitarle el placer de descubrirlo.

En Fuego líquido encontrará la historia de una niña que cuenta el descubrimiento del placer sexual, que la lleva a topar con el amor y con el sufrimiento que implican ciertos enamoramientos. El final le sorprenderá, pero ni crea que se acordará de Julio Cortázar. No dejen de leer “Incubación gástrica”, historia donde un hombre se embaraza; la otra parte es lo que ocurre con su esposo. Podría ser una advertencia amorosa de la autora. Herencia en Oriflama es el cuento más fantástico. Hay una dosis de desconcierto que se puede soportar, lo mismo que “El ojo”, donde se plantea lo difícil que es cargar con el pasado. “El maestro y el aprendiz” cuenta la difícil relación de un joven cantante de ópera superdotado, de quien se enamora su mentor y, ¿qué creen que hizo el señor? No es lo que piensan. Mejor lean el texto y entérense.

La virtud de este libro de cuentos es que siempre quieres saber de qué trata el siguiente. “Lagartona” les va a dejar una lección que no han solicitado pero como dicen por ahí, más vale tarde que nunca. El sexo es una cosa esplendorosa, pero, ¿con quién? Una mujer auténtica les encantará, parte de la premisa de que “imaginar a un hombre es mejor que conocerlo”, sobretodo a usted que le gusta descubrir y generar nuevas ideas. “Extraños que duermen en la misma cama” tiene varias lecturas; como usted sabe, una vida sin accidentes es aburrida, pero cuando aparecen, los ojos deben estar bien abiertos. “La viuda del Tigre” está cargada de erotismo y de símbolos que los amorosos no deben pasar por alto. Les gustará, sin duda. En fin, un buen libro de cuentos, que se consigue por Internet, es una alegría inesperada. La pasarán de lujo. Por supuesto, me sumo a los buenos deseos de EL UNIVERSAL. Que 2024 sea el año en que ni usted ni su familia estén en peligro. Nos vemos.

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