Elio Masferrer Kan 


La semana pasada nos enteramos de dos situaciones de violencia en Estados Unidos.  Primero supimos de un joven de 18 años, quien, en Búfalo (Nueva York), disparó contra los clientes de un supermercado, en un barrio de mayoría afroamericana. Al día siguiente un adulto disparó contra los asistentes a una iglesia presbiteriana de origen chino (Taiwán). Los medios hablan de tiroteos, pero en sentido estricto personas con armas de alto poder se lanzan contra poblaciones que no tienen cómo defenderse de estos ataques. También hubo masacres en barrios de mayoría asiática, judía y mexicana. 

Estos acontecimientos no son aislados, responden a patrones de conducta reflejando una cultura de “justicia por su propia mano”, de “vengadores” que enfrentan amenazas imaginarias y transforman a poblaciones en “chivos expiatorios” de supuestos agravios, que serían “compartidos” por personas en función de su origen étnico, nacional o religioso. El racismo es un comportamiento patológico que atribuye a un conjunto de personas por su color u origen un conjunto de comportamientos presuntamente peligrosos que alterarían la sociedad. 

Estas situaciones están vinculadas con las teorías de la conspiración, atribuyendo a ciertos grupos de personas un conjunto de estrategias secretas destinadas a alterar el gobierno o la economía de determinados países mediante estrategias ocultas y/o perversamente estructuradas, todas estas actividades quedan en un ambiente secreto, lo que impide cualquier verificación racional, transformándose así en una cuestión de credulidad acrítica. No haré un recuento de las teorías conspirativas, no olvidemos que abundaron al principio de la pandemia. Estas asignaban el origen del temido virus a poderes ocultos, ciertos países, grupos de interés, laboratorios farmacéuticos inescrupulosos o ciertos grupos étnicos y religiosos. 

En Estados Unidos circula la Teoría del Gran Reemplazo que plantea una conspiración que involucraría a las minorías étnicas y “raciales” de ese país, quienes tendrían un plan de crecimiento demográfico que dejaría en situación minoritaria a la hasta ahora mayoría WASP (blanco, anglosajón y protestante). Debemos recordar que los WASP bajaron del 80% de la población en 1970, al 56% en el Censo de 2020. El crecimiento demográfico de hispanos, afros, asiáticos y europeos católicos (italianos, irlandeses y alemanes) es más elevado que los protestantes. 

Las teorías del reemplazo satanizan a quienes plantean cualquier disminución del crecimiento poblacional lo que involucra a las feministas, grupos por la libre elección (abortistas), los que plantean los casamientos entre personas del mismo sexo. También incluyen en esta larga lista a los inmigrantes que llegan en crecientes oleadas a la frontera de Estados Unidos y que evidentemente no son WASP. Todo esto sería una estrategia articulada por los enemigos de la Unión Americana. 

Un medio conservador de Estados Unidos, Fox News, cuestionó la diversidad: En una edición noticiosa de 2018 mencionó: “¿Con qué precisión es la diversidad nuestra fuerza?” La teoría conspirativa el Gran Reemplazo incluye a los juristas que plantean que el sistema jurídico norteamericano está basado en el racismo sistémico, una lógica jurídica que discrimina a las minorías y beneficia a los WASP. Se incluye en esta larga lista de conspiradores a quienes financian los movimientos de reivindicación de la diversidad y los derechos de las mujeres. 

En este contexto entiendo el asalto al Capitolio (6 enero 2021) para que no se validaran las elecciones que ganó el católico de origen irlandés Joe Biden y la afroamericana Kamala Harris, la anulación del dictamen de la Suprema Corte que concede el derecho al aborto, los planteos de acción positiva que compensan los efectos de la desigualdad de oportunidades de las minorías raciales. El desafío es cómo garantizar la convivencia en el marco del respeto a los derechos humanos entre sus habitantes. 

Preocupa la credibilidad asignada a las teorías conspirativas como las del Gran Reemplazo, que llevan a desquiciados, quienes tienen además la posibilidad de acceder a armamento pesado, a masacrar a sus conciudadanos, nos queda el desafío de aprender a convivir, conciliar, perdonarnos y aprender en el marco de nuestras diferencias.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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