La comisión dirigida por el cardenal Petrocchi encargada por el papa Francisco para evaluar las posibilidades de un diaconado femenino llegó a la conclusión, después de varios años que no era pertinente ordenar mujeres diáconos, en el primer escalón del del ministerio sacerdotal pues si se las aceptaba en ese nivel, nada impediría que accediera a los siguientes como sacerdotes y obispos. Ante esta realidad lo más práctico sería que no ocupara ninguna posición. Aunque la misma comisión recomendó por unanimidad la institución de “nuevos ministerios que podían contribuir a la sinergia entre hombres y mujeres”, lo único que le faltó decir a la Comisión pontificia es que se necesitaban cocineras y personal de servicio.

La Comisión mencionó la masculinidad de Jesús de Nazareth y que este seleccionó entre hombres a los doce apóstoles. Aunque el Génesis de la Biblia llama por igual a hombres y mujeres a ser “hijos de Dios”. Esto sería rebatido en Gálatas 3:28: “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” ¿es lo mismo Jesús en tanto hijo de Dios o Jesús en tanto hombre que nace en Galilea” ¿Cuál es el sexo (o acaso tiene sexo) la Santísima Trinidad? La Comisión se remite a la Tradición de la Iglesia, lo cual complica más aun el asunto, pues la Tradición no es una fuente bíblica, sino que deriva de la opinión de autoridades que responden a situaciones coyunturales de distintos momentos históricos.

Recordemos que en el mundo protestante y evangélico cada vez más es aceptado y reconocido el papel de las mujeres en el orden sacerdotal y del episcopado (obispos). El Papa Francisco tuvo la oportunidad de recibir a la obispa presidenta del Sínodo Luterano de Suecia para iniciar el proceso de reconciliación en el 2019, festejando los 500 años de la Reforma Luterana, y muy recientemente la Iglesia de Inglaterra designo a una mujer al frente de la institución. También muchas iglesias cristinas tienen mujeres en funciones sacerdotales y en calidad de pastoras dentro de las mismas, del mismo modo en el contexto de la Nueva Reforma Apostólica del mundo evangélico hay mujeres reconocidas como “Apóstoles” que lideran iglesias.

Una de las teólogas e historiadoras de los períodos tempranos del cristianismo publicó un libro “Cuando las mujeres eran sacerdotisas: El liderazgo femenino en la Iglesia primitiva y el escándalo de su subordinación en el auge del cristianismo.” En la editorial Harper, San Francisco, 1993, donde demuestra la importancia del sacerdocio femenino en el cristianismo primitivo y explica que en la medida que la iglesia se transforma en Iglesia de Estado en el Imperio Romano comienza un proceso de desplazamiento de las mujeres y la instauración de un sacerdocio exclusivamente masculino. Entonces, cuando los cristianos eran perseguidos y martirizados, no había problema en que las mujeres ejercieran el sacerdocio, cuando se inician las mieles del poder y la Iglesia cristiana deja de ser perseguida, son desplazadas las mujeres de las funciones sacerdotales.

En este contexto la exclusividad del sacerdocio masculino se transforma en una cuestión de poder institucional y de subordinación de las mujeres. Un dato adicional es que el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica muestra que alrededor del 60% del personal de tiempo completo son mujeres y que el sacerdocio masculino está en un franco declive y deterioro por la crisis de vocaciones y los escándalos de abusos de todo tipo que afectan notablemente la imagen de la milenaria institución.

Recordemos que el ya fallecido papa Francisco, siguiendo su estilo franco y aparentemente ingenuo afirmó que las mujeres eran buenas administradoras y que cuidaban el patrimonio de la Iglesia. No se quedó afirmando buenos deseos, pues destituyó, llevó y condenó en los Tribunales pontificios a obispos y cardenales por corrupción y robo de los bienes de la Iglesia. También escandalizando a los conservadores puso a una mujer al frente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, posición tradicionalmente reservada para un cardenal.

Sintetizando el tema de la negación del diaconado femenino se presenta como una cuestión de poder institucional, más que relacionado con una cuestión teológica, lo mismo sucede con el celibato sacerdotal, que los expertos reconocen que es una cuestión de “disciplina” en el Rito Latino de la Iglesia Católica y asumen que los sacerdotes de las iglesias católicas de ritos orientales tienen sacerdotes casados. Mucho atribuyen al celibato sacerdotal la fuente de los abusos. Un buen inicio para destrabar los problemas internos de la Iglesia podría pasar por reconocer el importante papel de las mujeres en muchos órdenes de la vida institucional, incluyendo las funciones sacerdotales.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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