Un punto de contacto y controversia entre politólogos y antropólogos de las religiones es la incidencia de la cultura religiosa en el comportamiento electoral. Está largamente demostrado que las iglesias no han logrado construir un voto corporativo y que los jerarcas religiosos opinan y sus feligreses pueden escucharlo, pero eso no quiere decir que harán lo que les sugiere “el padrecito”. En todo caso los valores religiosos de los votantes son un ingrediente en el modelo personal de “toma de decisiones” al momento de marcar la boleta electoral.

En mi análisis tomaré la información de la encuesta de Diseño y Análisis Demoscópico y Grupo de Economistas Asociados, realizada entre el 14 y 17 de mayo de 2021, con 1500 encuestas presenciales efectivas. La encuesta nos trae algunas sorpresas, a la vez que muestra la continuidad de ciertos datos que analicé en mi libro “Lo religioso dentro de lo político. Las elecciones de México 2018”.

La primera cuestión es que la cantidad de católicos detectada es de 62.1%, muy por debajo de los datos del Censo de Inegi, pero en la tendencia que marcaban las 16 encuestas analizadas en 2018 y las cifras de evangélicos están en 27.6%; los no creyentes llegan a 9.4%, cercano a la cifra de Inegi y dentro del margen de error estadístico. En este caso le creo más a los datos de la encuesta, que a los de Inegi, pues los criterios aplicados para “salvar” el Censo en el medio de la pandemia tienen muy preocupados a los demógrafos.

La encuesta tiene otra pregunta muy interesante y se refiere a la importancia de la religión para el entrevistado. El 28.9% la considera muy importante, el 56.4% poco y el 10.3% nada. Hay quienes no responden (4.3%). Debo recordarle que para los evangélicos la connotación de la palabra religión es distinta que para los católicos y es probable que los muy creyentes no se identifiquen como “muy religiosos”.

Veamos los datos por coaliciones y partidos políticos: la coalición Va por México (PAN-PRI-PRD) tenía un peso significativo en quienes piensan que es “muy importante” y “poco importante”, bajando el rol en “nada importante”. Por el contrario, Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PVEM) tenía una votación muy equilibrada en las tres categorías. Movimiento Ciudadano tuvo un apoyo importante en los “muy religiosos” e iba decreciendo sus expectativas de voto en poco o nada religiosos.

En torno a los partidos pequeños que trataban de conseguir el 3% para mantener el registro, el más eficiente en obtener el voto religioso fue Fuerza por México (5%) de este segmento. El Partido Encuentro Solidario (PES) no tuvo una cuota significativa en este grupo.

El voto por partidos trae algunas sorpresas: fueron Morena (38.9%) y el PRI (21.1%) los más eficientes en conseguir el voto católico; y en tercer lugar quedó el PAN (16.7%), que según el imaginario popular es el partido que apoyan los jerarcas católicos. El PVEM y el PT fueron de los medianos quienes tuvieron una cuota importante de voto católico y de los pequeños Fuerza por México (9%). En este caso podemos comentar que la maniobra de lanzar al obispo Onésimo Cepeda de candidato fue una buena estrategia, aunque no les alcanzó para obtener el registro. El PES tuvo muy poco voto católico y escaso voto evangélico, con lo cual quedó demostrado que “envolverse” en la bandera confesional evangélica y fundamentalista y “provida” no es redituable en términos electorales y que el presunto conservadurismo evangélico está en la imaginación de los analistas que aplican categorías de los Estados Unidos o Brasil.

El voto evangélico, sobre el cual se lanzaron a opinar algunos comentaristas, no fue un voto conservador sino que se diversificó entre los distintos partidos políticos, aunque es necesario destacar que el más eficiente fue el PT. El apoyo al PT, que es considerado un grupo radical y a la izquierda de Morena, obtuvo un porcentaje más alto en el voto evangélico (7.9%) qué entre los católicos y no creyentes, muy por arriba del PES, que algunos querían ver como el votante típico del PES. El apoyo al PT y Morena de los evangélicos es la prueba de la dominancia de votantes de izquierda en el mundo evangélico preferentemente pentecostal y metodista, mientras que los conservadores se volcaron hacia el PAN, dejando al PES “fuera de juego”.

Una mención especial requiere Movimiento Ciudadano, quien logró un apoyo significativo de católicos y evangélicos y no tuvo fuerza entre los no creyentes. La encuesta marca una disyuntiva: si sólo hubiera dos fuerzas Morena-PT-PVEM y PRI-PAN-PRD, “cuál votaría” y un porcentaje importante se decanta por votar en blanco o anular su voto (15%), cifra que no se reflejó en los resultados finales, aunque marca la importancia de un “tercero en discordia”.

Las cuotas más importantes de voto no creyentes fueron, en términos relativos, para el PRD, Morena y Redes Sociales Progresistas. En este último caso podemos inferir que este voto no creyente es típico en el sector magisterial mexicano.

No terminamos aquí y seguiremos en otras colaboraciones.

Profesor investigador emérito ENAH-INAH, doctor en antropología

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