El triunfo de AMLO fue definido por el 53% del voto electoral, en mi libro Lo religioso dentro de lo político. Las elecciones de México 2018, expliqué que existía una estructura diferente por adscripciones religiosas de los votantes. El 50% de los católicos, 66% de los evangélicos y 60% de los no creyentes votaron por AMLO. Esta base social se ensanchó en el período postelectoral y en el proceso de toma de decisiones, ya ejerciendo el poder. Las encuestas preelectorales habían definido que los problemas de México eran: pobreza, corrupción, inseguridad e impunidad, y en todos los casos los entrevistados afirmaban que AMLO era quien los resolvería.

La batalla del lenguaje y el discurso de acción. Una de las cuestiones estratégicas para entender lo que sucede es que AMLO se ha posicionado como la principal fuente constructora de sentido en el campo político religioso. Colocándose a la ofensiva, tiene ganada la capacidad de generar iniciativas que colocan a la oposición a la defensiva. En este contexto y ante la extinción de los opositores que no han logrado construir una estrategia política para los tiempos de la 4T, la situación es muy sencilla, no existe una oposición, aunque hay gente que no está de acuerdo (20%), más un 14% de indecisos.

¿Cómo se expandió la base de AMLO? En el mundo católico cooptó a un sector muy importante de católicos centristas que creyeron en el discurso del miedo y ahora ven como atractivas las propuestas de AMLO (anticorrupción e impunidad, y los pobres), banderas que en su momento enarbolara la Doctrina Social de la Iglesia y que el neopanismo abandonó. El apoyo de los católicos a AMLO se amplió (62%).

La Teología de la Liberación y la Teología India después de apoyar la utopía de Marichuy están revisando sus estrategias, las 117 mil firmas que ésta consiguiera para su candidatura fueron una muestra de debilidad y de pérdida de objetivos, que terminó debilitando este proyecto.

La mayoría de los obispos católicos, alejados de su feligresía, dependen cada vez más de los grandes empresarios, que ahora son la principal fuente de financiamiento, pues perdieron el apoyo que les dieron Peña y los presidentes anteriores. El Papa Francisco no les tiene ninguna confianza y juega dos cartas visibles, el Padre Solalinde, quien cada vez tiene más presencia e influencia (podría ser alguien más importante que ahora) y las órdenes y congregaciones religiosas católicas acaudilladas por los jesuitas, quienes apoyaron a la 4T con varios posicionamientos, tanto en los Foros para discutir la Cartilla Moral, como en discursos mas generales, como el del Rector de la Ibero (https://bit.ly/2LgXLGh).

Los evangélicos habían apoyado a AMLO en forma consistente y la base había rechazado los manejos de sus líderes que históricamente han apoyado al PRI y en menor grado al PAN. Ante la nueva realidad, el liderazgo evangélico está abandonando al PRI y se mueve hacia AMLO, lo cual fortalece las posiciones de Confraternice; actualmente el 80% de los evangélicos respalda a la 4T.

Los no creyentes, un segmento de alrededor del 11%, apoyaron mayoritariamente a Juntos Haremos Historia, ante el corrimiento hacia posiciones de derecha homofóbica y antiderechos de Meade y Anaya. Respaldan a AMLO en torno a la lucha contra la corrupción y la impunidad, aunque están muy atentos en torno a la “agenda progresista” (aborto-matrimonio igualitario-legalización de la marihuana). A pesar de ello el apoyo a la 4T se amplió también en este sector, ante la debacle del PRD, llegando al 70%.

La oposición intenta una estrategia de pinzas: impulsar el discurso antiderechos y homofóbico y por el otro la “agenda progresista” para poner a la 4T en una nueva polarización y que se rompa el delicado equilibrio interno entre facciones tan diferentes. Situación que AMLO elude sistemáticamente desde la comodidad de controlar la construcción del sentido de los discursos político-religiosos, eso es precisamente lo que quieren disputarle los “cerebros opositores”. Publicando documentos inspirados en los Protocolos de los Sabios de Sión (el modelo clásico del antisemitismo moderno), tratando de instalar en los imaginarios sociales teorías conspirativas.

La oposición le apuesta a generar odios religiosos e intolerantes para tratar de escindir el bloque de la 4T. El problema más grave de la incipiente oposición es que no entienden que México no se parece a los Estados Unidos y que sus asesores, fogueados en ese contexto “no entienden que no entienden”, generando paranoias, que sólo ellos creen.


Doctor en Antropología.
Profesor investigador emérito ENAH-INAH

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