Uno de los términos socio religiosos más empleados es el de fundamentalismo y el de integrismo . Si bien muchos lo emplean como sinónimos hay una diferencia elemental. Los fundamentalistas pretenden vivir de acuerdo al texto sagrado de su religión (La Biblia o el Corán) y los integristas proponen que la gente viva aplicando la doctrina de su iglesia. En el caso del catolicismo la diferencia es muy sencilla, los católicos leen poco la Biblia y hacen más énfasis en la Tradición histórica de la institución que está construida por los documentos generados por los papas y los concilios. En el caso de los protestantes o evangélicos es la Biblia el punto de referencia y las enseñanzas de sus líderes religiosos son poco asumidas por los creyentes, aunque hay una larga tradición de interpretaciones teológicas, asumiendo que estas serán sustituidas a su vez por nuevas interpretaciones.

En América Latina y el mundo católico en general hay una fuerte confrontación político religiosa pues los sectores conservadores quieren mantener la Tradición y los innovadores se apoyan en las conclusiones del Concilio Vaticano II (1962-65) convocado por Juan XXIII, que produjo un verdadero terremoto en la milenaria institución: se eliminó la misa en latín y propusieron adecuar la Doctrina los nuevos tiempos. Tenemos tres grandes vertientes en marcha actualmente: La teología de la liberación y la teología del pueblo (está última fortalecida por el papa Francisco), los movimientos carismáticos y del Espíritu Santo y el involucramiento cada vez más creciente de los laicos en la marcha de la Iglesia, fortalecidos por el fracaso de la clericalización de la Iglesia.

Los Tradicionalistas están convencidos que la Iglesia Católica es una “institución perfecta creada por Dios”, y los renovadores del Concilio, más modestos plantean que es una “institución humana” y por ello susceptible de cometer errores humanos.

El punto de fricción entre conservadores y progresistas pasa actualmente por el “talón de Aquiles” de los conservadores: la pederastia clerical. Mientras que en los siglos anteriores el comportamiento sexual de los clérigos se limitaba a la violación de los votos de castidad, ahora la pederastia clerical rebasa la “disciplina” y se transforma en delitos aberrantes que fueron ocultados por las corrientes conservadoras, bajo el pretexto de preservar el “prestigio de la institución”.

Los políticos y los gobiernos fueron omisos en perseguir la pederastia clerical para evitarse problemas con instituciones poderosas, a las cuales podían de alguna manera controlar generando esquemas de encubrimiento y complicidad. También los poderosos participaban, a su manera de este esquema de abusos a los más débiles: el juicio al Príncipe Andrés es icónico, pues muestra el involucramiento de los políticos en estos abusos y el abandono del mismo por la Casa Real inglesa, expresa la capacidad de una de las Monarquías más inteligentes del mundo para captar las “nuevas realidades”. La monarquía española y el respaldo que todavía da al Rey emérito sólo sirve para demostrar la histórica incapacidad de la misma para entender los cambios.

La persecución de los delitos de los clérigos por los sistemas políticos, están en íntima correlación con la pérdida de poder de las iglesias y la disminución de fieles. El pragmatismo de los políticos los lleva, ahora sí, a perseguir a los pederastas en general y clericales en lo particular, por la percepción de su crisis, pérdida de influencia en el comportamiento social, asociado al empoderamiento de los fieles, que exigen coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Simultáneamente el papa Francisco exige a las iglesias conservadoras como la española, mexicana o polaca investigaciones independientes para rectificar la disciplina institucional y recuperar prestigio institucional. Viendo la situación de las iglesias que abordaron estas investigaciones en forma consistente como las iglesias chilena, estadounidense, irlandesa o francesa y los cambios que pudo hacer Francisco en las mismas, las jerarquías religiosas saben que serán derrotadas y no quieren salir en medio del previsible escándalo totalmente deslegitimadas.

En esta confrontación Francisco tiene acorralados a los conservadores, podemos ver el impacto que tuvieron las revelaciones de El País sobre la protección y encubrimiento de los pederastas por la Jerarquía católica española. Es obvio que “alguien”, un “Garganta Profunda” con acceso a los Archivos Secretos del Vaticano le dio la información. La institución está apremiada de sacudirse a los delincuentes para legitimarse ante sus fieles.

La justicia tarda, pero llega.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH.

Google News

TEMAS RELACIONADOS