El próximo primero de septiembre dará inicio un nuevo periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión; en medio de la pandemia y la contingencia sanitaria originada por el Covid-19, tendremos que adecuar nuestra tarea legislativa a los retos de la nueva normalidad que exige mantener la sana distancia o evitar las conglomeraciones que signifiquen un riesgo de contagio o para la salud, tanto de los legisladores como de quienes laboran en las tareas auxiliares.

En esta nueva normalidad las afectaciones a los trabajos legislativos y las labores de representatividad deben atenuarse y para ello se hace indispensable el uso de herramientas tecnológica y la incursión en el mundo digital.

Durante el periodo de receso, en que asume la funciones la Comisión Permanente, gracias a una decisión consensuada entre todos los grupos parlamentarios, fue posible llevar a cabo deliberaciones y fijar posicionamientos de manera virtual, sobre aspectos trascendentes para la vida nacional; sin embargo, no fue posible votar dictámenes, puesto que la Ley exige que ese derecho se ejerza de manera presencial.

Resulta entonces indispensable y urgente modificar nuestra legislación para avanzar hacia un Congreso Digital, en el que los legisladores puedan ejercer su derecho al voto de manera virtual, tanto en las comisiones como las reuniones plenarias, sin necesidad de asistir al recinto legislativo. Son varios los países que cuentan con esa facultad en su legislación.

En España, desde 2013 se permite a los legisladores que por alguna emergencia no puedan asistir a sesiones a ejercer su derecho al voto de manera virtual, utilizando un procedimiento que denominan “telemático de votación”; el único requisito es que el legislador presente una solicitud a la Mesa Directiva y justifique los motivos por los que estará ausente en la sesión plenaria. A partir de este procedimiento ha sido posible sortear la asistencia a las sesiones plenarias y desarrollar el trabajo a distancia durante la emergencia sanitaria.

En Brasil, los senadores, sin ningún contratiempo aprobaron el “estado de calamidad” emitiendo su voto de manera virtual, a voz alzada a través de sus celulares o computadoras.

Chile, por su parte, después de la determinación de mantener a la población en confinamiento y de evitar conglomeraciones, aprobó que el Congreso pudiera hacer uso del voto telemático solo para resolver proyectos de ley o reformas constitucionales relacionados exclusivamente con el estado de excepción, catástrofe o calamidad decretada en todo o en parte del territorio.

En nuestro país, los senadores nos encontramos analizando diferentes posturas para adaptar nuestras tareas a la nueva normalidad, es necesario que, a través de modificaciones al marco constitucional y reglamentario, se dote de certeza jurídica al funcionamiento del Poder Legislativo, para incorporar la facultad de las Cámaras de celebrar sesiones a distancia.

Las tecnologías de la información, en tiempos de emergencia o en situaciones que impidan el desempeño normal de las actividades, deben ser el principal instrumento para facilitar no solo el proceso legislativo, sino signo de una mayor apertura, accesibilidad y rendición de cuentas, así como un canal de comunicación con los ciudadanos.

La pandemia ha exigido que, tanto en el ámbito público como en el privado; las herramientas tecnológicas cada vez sean más utilizadas, el teletrabajo, las videoconferencias y clases virtuales en todo tipo de actividades, forman parte de la nueva realidad.

El Congreso de la Unión no puede ser ajeno a esta nueva realidad, la transformación digital es imparable y la implementación de nuevas fórmulas e instrumentos debe hacer posible que se continúe con la función legislativa de debatir y aprobar asuntos trascendentes para los ciudadanos, es una función pública que no puede parar.

Senador de la República
FB: Eduardo Ramírez
Twitter e Instagram: @ramirezlalo_

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