Recientemente, Felipe Martínez Rizo, ex Rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y fundador y ex director general del Instituto Nacional para la Evaluación, publicó un libro con el título de esta columna. Con una perspectiva histórica, el autor, “…busca dar elementos para llegar a juicios objetivos y matizados sobre la educación mexicana, mostrando la evolución de las escuelas, los docentes y las instituciones en que se preparan estos últimos…”. En el libro de 176 páginas se abordan, de manera sintética, los siguiente cinco apartados.
En la Introducción se presenta las cifras de alumnos, docentes y escuelas que conformaban hasta 2020 el nivel de educación básica del Sistema Educativo Nacional (SEN), tanto por nivel educativo, como por tipo de modalidad y sostenimiento de las escuelas.
Igualmente, se comparan las poblaciones y matrículas de los países más poblados del planeta, así como el porcentaje de sus integrantes por grupos de edad. En diversos subapartados se revisan estas cifras de manera histórica, desde la época colonial hasta nuestros días. En decir, nos muestra con números cómo el SEN llegó a la situación actual.
En el capítulo 1 se discute si las escuelas funcionan en realidad para igualar las condiciones sociales o, por el contrario, reproducen las desigualdades existentes. Para ello, se explica la dualidad con la que se percibe la escuela: por un lado, se les consideran instituciones de gran importancia, pues tienen a su cargo lo más preciado de un país, sus niños y jóvenes; por el otro lado, se les critica duramente, ya que se les responsabiliza de muchos males que aquejan a la sociedad: desde la pobreza y la falta de democracia, hasta la corrupción y la inseguridad. Ambas tesis se discuten y se documentan, con lo que se llega a una postura equilibrada que toma en cuenta la complejidad del entorno social que condiciona el quehacer de las escuelas y limita sus resultados.
En el capítulo 2 se reflexiona si los docentes deben ser considerados héroes o villanos; ello a la luz de los resultados de aprendizaje que obtienen sus estudiantes, que son francamente magros en las evaluaciones internacionales, aunque no catastróficos. Aquí se dan cifras históricas sobre el crecimiento de la matrícula escolar, del número de docentes y de escuelas; se describe la extracción social del magisterio, el aumento de la escolaridad requerida para ser docente, los salarios que reciben y el fenómeno de la feminización. Igualmente, se describen aspectos históricos del sindicalismo de educadores en el extranjero y en México. En síntesis, se hace un recorrido del desarrollo profesional docente para explicar por qué la formación inicial y la actualización en servicio han sido poco exitosas.
En el Capítulo 3 aborda el tema de las normales y se analiza si son centros de excelencia o de adoctrinamiento. Se explica el principio y función social de las instituciones totales que buscan modificar la personalidad, los valores y las actitudes de los jóvenes. Aquí, se exploran los antecedentes de la formación docente en Europa y Estados Unidos; desde la Edad Media, la Reforma de Lutero, la Ilustración, la Revolución Francesa, a las escuelas normales de tipo prusiano en Estados Unidos y la integración de éstas a las universidades. Especial atención se le da al caso de México: desde el Virreinato, las normales del porfiriato, las normales de la Revolución, las escuelas normales rurales y la Universidad Pedagógica Nacional, así como los cambios más recientes de la reforma educativa de 2013 -- que buscó la recuperación del control del Estado sobre la educación y la evaluación de los docentes para su ingreso, promoción y permanencia - y las políticas públicas del actual gobierno en la materia.
Se concluye reflexionando sobre los temas pendientes a resolver, tales como: la endogamia en las normales, su radicalismo ideológico y el control sindical, que otorga plazas a parientes y recomendados. Martínez Rizo hace un señalamiento de la obsesión de los gobiernos por cambiar el currículo, sin tomar en cuenta que: 1) “…la enseñanza en el aula nunca coincide exactamente con los contenidos curriculares, que los estudiantes tampoco aprenden todo lo que se les pretende enseñar y que lo que evalúan las pruebas tampoco coincide con lo estipulado en los programas de estudio ni con lo que enseñan los docentes”, 2) “…cambiar el currículo prescrito es relativamente fácil, pero cambiar el enseñado y el aprendido es mucho más complicado” y 3) “…elevar el nivel de aprendizajes … no se puede conseguir sustituyendo el currículo anterior por uno nuevo…”
Este libro deberían leerlo todos los docentes, pero especialmente las autoridades educativas que actúan como si desconocieran la historia y problemática de la educación en México.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa A. C.
@EduardoBackhoff

