La escritura es fundamental para el desarrollo de las sociedades, ya que a través de ella se conserva y se acrecienta la cultura. La lengua escrita nos permite expresar ideas y emociones, así como comunicarnos temporal y atemporalmente con otras personas. No es solo una herramienta intelectual muy poderosa para comunicarnos, sino una competencia que da prestigio social. Saber escribir requiere de habilidades cognitivas de orden superior: planificar lo que se dice y armonizarlo con la forma de expresarlo; conocer las necesidades de la audiencia a la que se dirige; organizar ideas en una estructura lógica y fácil de comprender; buscar formas adecuadas para describir, narrar, persuadir, entretener, informar, reflexionar. Sin embargo, junto con las matemáticas, la escritura es una asignatura que se enseña mal en la escuela y que se aprende deficientemente. Se enseñan las reglas ortográficas (de poca importancia), pero no las distintas formas para comunicar ideas y emociones correctamente.
Como muchas habilidades, la escritura se aprende ejercitándola y recibiendo retroalimentación de manera inmediata. No basta con conocer las reglas de ortografía, gramática y de redacción, sino que hay que practicarlas constantemente hasta dominar el arte de escribir correctamente. Ello implica que desde muy pequeños los escolares tienen que realizar ejercicios de escritura y los docentes tienen la obligación de corregirlos; no solo en la asignatura de Lengua, sino que, de manera transversal, en todas las materias del currículo. Para ello, es imperante que los docentes sepan escribir bien y que tengan el tiempo y la voluntad de valorar y corregir los escritos de sus estudiantes, lo que no es muy común en nuestro país.
El fracaso de la enseñanza de la expresión escrita de un sistema educativo se puede evaluar cuando se le solicita a un estudiante escribir un texto (de acuerdo con su edad) con un propósito específico. Desgraciadamente, son escasos los estudios nacionales que hayan evaluado el nivel de escritura de los estudiantes mexicanos. El único estudio nacional que recuerdo es el realizado en 2006 por el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), con estudiantes de educación básica. El método consistió en solicitar a los estudiantes escribir palabras, oraciones, así como textos descriptivos, narrativos (informales) y argumentativos (formales). Los textos de los estudiantes seleccionados (4,848 alumnos de 6º de primaria y 5,755 de 3º secundaria) fueron calificados, en cada caso, por docentes entrenados en el uso de rúbricas (reglas de evaluación) de los distintos aspectos del material escrito.
Los resultados de primaria muestran que cerca del 62% de estudiantes carecen de las habilidades básicas para escribir textos simples, sin cometer muchos errores gramaticales y de puntuación. Igualmente, muestran una diferencia abismal en la expresión escrita entre los estudiantes de primarias indígenas y privadas, equivalente a más de cuatro grados escolares en favor de los segundos. En el caso de la secundaria, cerca del 55% de los estudiantes presentaron problemas básicos para escribir correctamente. La diferencia entre los alumnos telesecundarias y de secundarias privadas fue mayor a tres grados escolares, también a favor de los segundos. Aunque el estudio referido es de 2006, los datos de las evaluaciones nacionales (INEE) e internacionales (PISA) de comprensión lectora de los mexicanos no han cambiado en las últimas dos décadas, lo que nos hace suponer que es el mismo caso para la escritura, que es más compleja. Incluso podría haber empeorado, debido el efecto negativo en el aprendizaje que ocasionó el cierre prolongado de las escuelas por el arribo del Covid-19.
Las deficiencias para expresarse por escrito se van acumulando a través de los años, por lo que en los niveles de licenciatura y posgrado muchos estudiantes no logran superarlas. De hecho, una proporción importante de alumnos no se titula por la dificultad que representa escribir una tesis original, lo que también incentiva el plagio. De aquí que, en prácticamente todas las universidades del país, ya no sea obligatorio este requisito de titulación. Es decir, se optó por lo más fácil: eliminar de la normatividad universitaria lo que ni se enseña ni se aprende bien durante toda la vida escolar de los estudiantes. Sin embargo, en un ámbito laboral globalizado, como el que se encuentra el país, los profesionistas que dominen la expresión escrita tendrán mayores oportunidades de conseguir un mejor empleo.
Desgraciadamente, no se ve que la Nueva Escuela Mexicana vaya a mejorar esta competencia, ya que en los libros de texto se observan inconsistencias pedagógicas. Por ejemplo, se espera que los escolares de 1º y 2º grados aprendan a leer y escribir sin que se les haya enseñado la lógica del sistema de escritura. Por ello, es previsible que puedan crecer más las brechas en el dominio de la expresión escrita.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C.
@EduardoBackhoff