Me propongo reflexionar en torno al papel que juegan las instituciones de educación superior (IES) en la formación del pensamiento crítico e inteligente, a la luz de las críticas del presidente a universidades públicas y privadas. Estos son los casos del ITAM, la UNAM y el CIDE, a quienes las acusa de apoyar políticas neoliberales y no ser parte del movimiento de “transformación” que su gobierno encabeza.

Hay que recordar que las instituciones de educación superior (IES) tienen como finalidad: la formación de profesionistas (a través de la docencia), la generación de conocimiento (por medio de la investigación científica) y la preservación de la cultura (a través de su promoción y difusión). Para Albert Einstein, el valor real de la educación universitaria no reside en aprender muchos conocimientos, sino en entrenar a los estudiantes a pensar; es decir, a utilizar recursos cognitivos propios para poder dar solución a problemas complejos. Entre estos recursos destacan: la formación de conceptos, el razonamiento inductivo y deductivo, la inferencia lógica, la comparación y contrastación, la distinción entre hechos y opiniones, así como el pensamiento crítico y divergente. Asímismo, Carl Sagan aseveró que la esencia del conocimiento científico es la duda, a diferencia de la religión cuya premisa principal es la fe. Por ello, para cumplir con la Constitución cabalmente en materia de docencia e investigación, se requiere que la comunidad académica sepa plantearse dudas y utilizar el pensamiento de manera inteligente para resolverlas.

Las críticas en contra de las universidades y centros de investigación, realizadas por el presidente, son injustas, a además de no estar sustentadas en evidencias, como lo demostró el Dr. Mauricio Merino (https://www.animalpolitico.com/2021/12/mauricio-merino-amlo-cide-academia-momias/). A una IES se le puede acusar de no cumplir con sus funciones principales, de tener un desempeño mediocre, de rehusarse a participar en la solución de problemas nacionales, de malversar fondos, de tolerar la corrupción y nepotismo de sus autoridades. Pero no se le debe acusar de no compartir filias y fobias de los gobiernos en turno o de no adherirse a un pensamiento de izquierda o de derecha, según sea el caso.

En el ADN de las IES no se encuentran los cromosomas del conformismo y la obediencia, pero sí los de la duda y del pensamiento crítico; dos elementos importantes de la inteligencia, cuya presencia trasciende a las propias disciplinas y permea en la forma de interpretar la realidad política de un país. Esta condición de independencia y autonomía de las IES molesta a los gobiernos autoritarios, que se ven amenazados por la libertad de opinión de la academia y por su autonomía para sostenerla públicamente.

No es la primera vez que algún funcionario de gobierno critica a las universidades por no apoyar el proyecto de nación en turno. Lo que está sucediendo en México me recuerda el supuesto altercado (1936) entre el rector de la Universidad de Salamanca, Unamuno, y el militar español, Millán Astray (fiel a Franco), quien le gritó al rector: “¡Muera la intelectualidad traidora!” y, en defensa de aquél, unprofesor, replicó: “Aquí estamos en la casa de la inteligencia”. Independientemente, de la exactitud de esta anécdota, lo importante es ejemplificar el enfrentamiento de la fuerza gubernamental con la inteligencia universitaria, lo que aplica especialmente para el acoso que está sufriendo el CIDE por parte del presidente de la República y de la directora del CONACyT.

A la 4T ya se le olvidó muy pronto que las IES no se crearon para darle gusto a ningún tipo de gobierno, por más revolucionario y transformador que se crea; de lo contrario, en cada sexenio se tendría que reinventar la educación superior en el país.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff

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