Comenté en mi artículo anterior que el Imperial College of London publicó recientemente los resultados de un “experimento mental”, que exploró distintos escenarios de las consecuencias sociales que podría traer el COVID-19. Se parte de la premisa de que las predicciones sobre esta pandemia han sido erróneas y de la idea de que es imperante vislumbrar escenarios adversos para prepararse a las duras consecuencias que vendrán en el futuro. El experimento constó de analizar escenarios extremos (poco y muy graves) de ocho factores del virus: gravedad, duración, recurrencia, eficacia de su tratamiento, respuesta gubernamental, afectación económica, impacto político e impacto social. Algunas de las observaciones que se derivan de este análisis son:

Liderazgo.

La forma en que una sociedad enfrenta el COVID-19 tiene mucho que ver con la calidad de su liderazgo, tanto en términos de cómo se toman las decisiones, como en la construcción de una moral social. Los dos factores están estrechamente conectados, ya que es imperativo que los líderes tomen decisiones efectivas y luego las expliquen al público de manera “clara”, para que éste las siga. De la manera en que se haga, habrá una gran diferencia en cómo la ciudadanía responderá al llamado del gobierno.

Economía.

El impacto económico de esta crisis será enorme, pues no sabemos qué sucederá a mediano y largo plazos. A esto se suma que la economía global estaba cambiando los patrones de trabajo y empleo, debido al desarrollo de una nueva generación de tecnologías, como la inteligencia artificial, el aprendizaje de máquinas y la robótica. Si el impacto del Coronavirus es mayor a lo esperado, es altamente probable que la tecnología produzca un cambio fundamental en las estructuras económicas de los países, con la cual se pierdan una cantidad importante de empleos tradicionales.

Orden social.

Ante la crisis, se esperaría que los gobiernos distribuyan recursos económicos de manera continua para apoyar a aquellos que solían trabajar en las empresas que se han abandonado, porque se han vuelto irrelevantes en el contexto actual, al menos temporalmente. Este son los casos de las industrias del transporte, del turismo y la restaurantera, así como de la manufactura de bienes no indispensables. Se estima que se podría perder del 20 al 30 por ciento del PIB mundial y los trabajos correspondientes, lo que obligaría a los gobiernos a compensar este déficit de alguna manera.

Sistema de salud.

Otro cambio que será inevitable es la atención médica. En la mayoría de los países la cobertura es muy desigual y centenas de millones de personas no cuentan con algún tipo de seguro médico. Aún, en los países más ricos, el COVID-19 ha hecho colapsar el sistema de salubridad. Con toda seguridad, la pandemia cambiará la forma en que todas las sociedades ven la atención médica y la forma en que operan los seguros de salud.

Ciencia.

Recientemente, se ha visto una actitud regresiva hacia la ciencia, lo que es evidente con la negación del cambio climático, el movimiento antivacunas y el resurgimiento del debate entre la teoría creacionista y la evolución. Consecuentemente, algunos gobiernos han disminuido el financiamiento y apoyo a la ciencia. Sin embargo, el Covid-19 ha demostrado la importancia que ésta tiene para la supervivencia de la humanidad. Sabemos, ahora, de cuarentenas, tasas de transferencia y protección; las formas de atención médica necesarias y las herramientas que requiere el sector salud; y, podemos pronosticar las tasas de exposición y las consecuencias de varios esfuerzos de mitigación. Sin la ciencia estaríamos condenados a una catástrofe muchísimo mayor a lo que probablemente enfrentaremos.

Medio ambiente.

La discusión sobre nuestras actitudes con respecto a la ciencia nos lleva directamente al tema del cambio climático y al papel de la política gubernamental para abordarlo de manera definitiva. La economía del mundo no puede seguir operando a costa del deterioro del medio ambiente.

El informe concluye que lo valioso de este experimento mental es crear conciencia de los múltiples escenarios que podríamos experimentar, para los cuales no estamos preparados. Por ello, es importante dejar a un lado el optimismo y pensar en los peores escenarios, como la resistencia del Coronavirus a extinguirse en un corto plazo y su posible recurrencia. Por las pobres condiciones sociales, económicas y del sistema de salud del México, los efectos del COVID-19 pueden ser catastróficos. Anticipar estos escenarios nos ayudará a estar mejor preparados para protegernos, siempre y cuando se haga a tiempo.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff

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