Una de las características de Andrés Manuel López Obrador como gobernante es que no le gustan las renuncias de sus colaboradores y, en muchos casos, pausa las ausencias para denotar que ha sido él quien decidió la sustitución del funcionario en cuestión.

“…Te vas porque yo quiero que te vayas,
a la hora que yo quiera te detengo…”
La Media Vuelta. José Alfredo Jiménez, 1963.

Y todo a propósito de la más reciente versión de cambios en el gabinete, concretada en la persona del distinguido investigador y científico Jorge Alcocer del Instituto Nacional de Nutrición, quien desde el inicio de esta administración ocupa la cartera de salud.

Antes de las 10 de la mañana, un mensaje de tuit surgido desde la tierra del edén colocaba al Doctor Alcocer como renunciante y sin decirlo directamente, sugería que el sustituto sería Hugo López Gatell .

Apenas un par de horas después, el Vocero Presidencial Jesús Ramírez hizo uso de su cuenta de Twitter para dispersar la versión de que el Secretario Jorge Alcocer andaba quitado de la pena en un evento público relacionado con la salud mental, con lo que desmentía “los rumores falsos” de la renuncia de marras.

A la vista de experiencias que hemos conocido recientemente, un desmentido público del Vocero Jesús Ramírez suele ser la confirmación de los rumores pues otra de las características de esta administración es usar de parapeto a la vocería para tratar de romperle el ritmo a las redes y buscar contener el alud y el sentido de la comentocracia. Ahí tienen lo de Julio Scherer, hace poco tiempo.

El propio Alcocer Varela dio una breve entrevista en Acapulco, donde se encontraba, para negar la especie y decir con resignación Franciscana que él se irá en el momento que el Presidente se lo pida.

Pero el retiro del Doctor Alcocer está más esperado que el aguinaldo. De alguna manera, el notable investigador ha logrado librar la bofetada de la pandemia porque esa mejilla la ha puesto el subsecretario Hugo López Gatell, por ser autor del desastre que vivimos.

El tema del desabasto de medicamentos, su tozuda repetición en ánimo de reclamo y la particular focalización en los niños enfermos de cáncer a quienes no se les surten sus quimioterapias, pegó en la línea de flotación del reconocido científico del Instituto de Nutrición.

En una reciente gira, el propio Presidente dirigió un airado reclamo a Jorge Alcocer y al Antropólogo Juan Antonio Ferrer , director del INSABI, por las reiteradas versiones del pésimo abasto de medicamentos en la red pública de salud.

Y los emplazó a resolver el tema en un tono perentorio, a pesar de que al día siguiente el propio López Obrador trató de quitarle hierro a sus expresiones e hizo un reconocimiento público al nivel científico del Doctor Alcocer… pero NO dijo que estuviese firme en el cargo.

Gatell al asalto

Fuentes gubernamentales vinculadas al sector salud hablan con todo desparpajo desde hace tiempo de la renuncia del Doctor Alcocer, quien a sus 75 años no ve la hora de regresar a sus funciones de investigador en el área de Propiedad Intelectual del Instituto Nacional de Nutrición.

López Gatell es un hombre técnicamente bien dotado en los quehaceres epidemiológicos, pero quienes lo conocen destacan su egolatría y lo grande de su espejo, por lo que incurre frecuentemente en terquedad y autoritarismo para imponer sus criterios.

Y quien lo conoce es López Obrador. La vida los hizo coincidir hace tiempo en el apellido Colchero. Ellos sabrán.

López Gatell comenzó esta administración en la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, puesto ahí para la rudeza de la chamba mientras el prestigio de Alcocer se usa para sacar a flote el nivel del Gabinete.

Independientemente de que la realidad de la pandemia originada en China, tenaz y obcecada, los sacudió y puso a cada quien en su sitio, López Gatell tiene su historia de servicio en la Secretaría de Salud.

El surgimiento en México en 2009 de la gripe aviar-porcina que los anales consignan como la AH1N1, encontró a este funcionario trabajando en una dirección de epidemiología dependiente del organismo antecesor del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades CENAVECE.

Mauricio Hernández, un sanitarista investigador de innegable nivel científico, era el subsecretario del que dependían todas las funciones que ahora cubre López Gatell.

La gripa porcina-aviar despertó grandes inquietudes en la población, porque además de que el entonces Presidente Felipe Calderón ordenó el cierre de las actividades públicas tal cual lo hizo López Obrador, también la gente se empavoreció y hasta se dejó de consumir carne de cerdo por la creencia que ese animal transmitía el AH1N1.

Entre quienes vivieron esa etapa del Gobierno de Calderón se cuenta cómo la necedad de López Gatell para imponer un modelo de atención contra aquella epidemia propició un manotazo desde Los Pinos.

Tal golpe sobre la mesa desplazó de sus responsabilidades tanto a Mauricio Hernández como a Hugo López Gatell. Si bien no fueron despedidos, les quitaron la responsabilidad del manejo de la emergencia sanitaria que se vivía con motivo de la aparición de este nuevo virus que era el AH1N1.

El Secretario de Salud del momento José Angel Córdova Villalobos se hizo cargo de la situación, habló ante los medios de comunicación cuantas veces fue necesario y nombró a un comisionado de salud, el Doctor Alejandro Macías, quien resultó eficiente hasta como vocero. Hernández y López Gatell, encerrados en sus oficinas.

Transcurrió el tiempo y el ahora subsecretario tuvo la suerte de aproximarse a López Obrador en lo social. Ellos dos saben bien en qué circunstancias se conocieron y, sobre todo, las personas que propiciaron este acercamiento amistoso.

En cuanto apareció el Caso Cero del virus SARS-CoV-2 y consecuentemente de Covid, el Presidente dejó la responsabilidad total en López Obrador.

Los resultados de más de medio millón de mexicanos muertos hablan por sí solos y está de por medio un terco modelo de atención para la corrida epidémica de la Covid.

López Gatell convenció al Presidente que el modelo ‘Centinela’ era el adecuado para enfrentar la pandemia, esto es, apostar a que la inmunidad conocida como ‘de rebaño’ habría de generar una protección generalizada con la que la población se defendería del virus SARS.Cov.2.

Esto, a contrario sensu de la estrategia de otros países donde la acción de salud fue descubrir los casos, aislarlos, detectar a quienes hubiesen tenido contacto con ellos y practicar extendidamente pruebas nasofaríngeas de detección del virus.

Aquí, López Gatell convenció hasta casi el mantra o el dogma religioso que las pruebas eran un asunto marginal y, en el exceso, impuso como norma de conducta de la 4t que no era necesario el cubrebocas, relativizando su eficacia para contener el contagio del virus.

En el camino se le atravesó Claudia Sheinbaum , quien apoyada en una adecuada dirección sanitaria para su gobierno, comenzó a jugarle las contras con el Presidente. Multitud de versiones que alcanzaron la luz pública revelaban la clase de enfrentamientos verbales que tuvieron en reuniones cerradas.

Llegó el momento de las vacunas y López Obrador se montó a la oportunidad, como suele hacerlo cada vez que algo le estimula el olfato y siente que puede servirle para mantener y avanzar en su popularidad.

Las circunstancias han operado en favor de López Gatell. Fue el único subse incluido en la gira que Amlo hizo a Washington. Hasta se lo presentó a Trudeau.

Pese al medio millón de Mexicanos muertos, pese a la lentitud del proceso de vacunación y la resistencia miserable a vacunar a niños, que se pueden inmunizar apenas cruzando la frontera, López Gatell se ha recompuesto.

Y está a punto de sentarse en la silla que ocuparon Gustavo Baz, Guillermo Soberón, Jesús Kumate y Julio Frenk. Sitial de pura lumbrera, sin serlo.

Hay versiones de que lo del Doctor Alcocer, así como el retiro del Secretario de Comunicaciones Jorge Arganis Díaz Leal, no va mucho más allá de cargar los peregrinos. Ambos son miembros de la selección sub 80.

Les deseo un gran día de sol.

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