La celebración del séptimo año de la Cuarta Transformación (4T) sirvió para delinear la prospectiva de un movimiento que busca consolidarse en torno a principios basados en la demolición del modelo neoliberal. La Presidenta Sheinbaum así lo manifestó en su discurso del pasado sábado: “Tenemos la responsabilidad de consolidar este modelo humanista como un camino viable de desarrollo económico, un modelo viable en el orden político y un modelo viable para todos los sectores sociales”.

El acto se realizó en un Zócalo cuya plena ocupación tiene connotaciones simbólicas. La historia enseña que un movimiento en proceso de consolidar un régimen que se propone transformar la realidad social, considera preeminente su presencia abrumadora en esa plaza principal de la República para mostrar su fuerza popular.

El Humanismo que impulsa la Presidenta marca una ruta de recuperación de elementos del modelo anterior a la desviación neoliberal que, como señaló la titular del Ejecutivo, entregó recursos que eran propiedad de la nación a intereses privados nacionales y extranjeros. La Presidenta enfatizó en varias ocasiones la necesidad de recuperar lo que se tenía antes del desquiciante periodo neoliberal.

Resulta muy satisfactorio constatar la afirmación presidencial de que “Otro de los grandes logros de la Transformación es haber recuperado las empresas energéticas de la Nación”, después del desmantelamiento que Pemex y CFE sufrieron durante el neoliberalismo pero, dijo, “poco a poco las hemos ido recuperando.” En el referido periodo se fue diluyendo la Rectoría del Estado que ahora retoma la 4T. Entusiasma la recuperación de los ferrocarriles y un nuevo impulso de este medio de transporte que es una forma más segura, menos contaminante y más eficiente de mover pasajeros. Conviene también disponer de una línea área nacional que ahora se recupera.

La vuelta a un Estado activo en la economía no suprime el amplio espacio que queda para los negocios privados, reinstalando el modelo de Economía Mixta que junto con la sustitución de importaciones que propone el Plan México, reconduce la política económica a la senda que ya probó dar buenos resultados para los mexicanos.

Se ha recuperado el poder adquisitivo del salario que para mediados de los años setenta había alcanzado niveles altamente satisfactorios, antes de que las instrucciones del Consenso de Washington impusieran brutales contenciones que en México y en el mundo produjeron una desigualdad de proporciones criminales. Es grato escuchar que se contuvo la voracidad de las Afores y se recupera, aunque sea parcialmente, el sistema de reparto para atender las necesidades pensionarias de quienes después de trabajar toda su vida estaban condenados a la miseria por virtud del sistema de cuentas individuales.

La más alentadora de las recuperaciones es la del nacionalismo, la defensa decidida de la Soberanía Nacional como un valor inalienable, abandonando la posición neoliberal que consideraba la Soberanía como una noción caduca. El nacionalismo ha sido la guía más exitosa para la defensa de nuestros valores y del compromiso con la justicia social, que retomó con toda claridad la Presidenta en su discurso.

Es lamentable que las bancadas priistas en el Congreso se opongan a la recuperación del modelo socioeconómico de mayor éxito en México durante el siglo XX.

Investigador de El Colegio de Veracruz y Magistrado en retiro. @DEduardoAndrade

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