El combate a la inseguridad se está convirtiendo en una bola de nieve para el gobierno, consecuencia lógica de renunciar a la utilización de la fuerza contra las bandas criminales (“no se puede apagar el fuego con el fuego”).

Los ideales cristiano-humanistas planteados por el Ejecutivo federal chocan con una realidad ominosa, pues esa estrategia no ha modificado en absoluto la tendencia homicida, por el contrario, las cifras van a la alza. En lo que ha transcurrido de 2019, Veracruz, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Guanajuato, Morelos, Sinaloa, Sonora y Chihuahua han sido escenario de graves hechos de violencia que no se diferencian de lo que ha venido ocurriendo en el país desde hace más de una década.

Es correcto atender los rezagos sociales para sentar las bases de un cambio, pero ante los violentos sucesos que se reproducen en este momento en distintas regiones de México, es urgente una política de contención basada en la fuerza del Estado.

Y si no se desean balazos para alterar el panorama de los grupos delictivos, la estrategia alternativa debe tener un mayor alcance y no basarse únicamente en un discurso conciliador. Hay bastantes ejemplos de capos capturados en los que no se disparó un tiro.

¿Dónde quedan, por ejemplo, las medidas de inteligencia financiera para atacar las finanzas de organizaciones criminales? La eficacia mostrada para investigar presuntos actos de corrupción de personajes políticos del sexenio pasado tiene que ampliarse para indagar empresas y cuentas bancarias sospechosas de estar ligadas al narcotráfico.

¿En definitiva es imposible detener el flujo de armas que llegan de contrabando al país? ¿Se pueden contener las oleadas de migrantes, pero no el ingreso de armamento de alto poder?

México tiene que agregar nuevas acciones en el combate a la inseguridad y comunicarlas de manera clara, antes de que el tema se vuelva central en el proceso electoral de Estados Unidos, que iniciará en tres meses. El martes Donald Trump anunció su intención de apoyar en una “guerra contra los cárteles para desaparecerlos de la faz de la Tierra”, pretensión que tiene un trasfondo tanto electoral como monetario, por la cultura y el negocio armamentista de EU.

La masacre cometida contra la familia LeBarón colocó a México en las noticias de televisoras y prensa internacionales. Antes de que el turismo o la inversión se vean afectados, tendría que revisarse la estrategia contra la inseguridad. Mientras más se retrase, crece el riesgo de que se presenten consecuencias desagradables. El tiempo corre.

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