El proyecto integral del Tren Maya, que va más allá de la construcción del ferrocarril mismo y comprende obras complementarias como vialidades y sistemas de conexión con otros medios de transporte, podría alcanzar en conjunto y según las estimaciones, un monto total de casi 348 mil millones de pesos, que resulta un costo superior a cualquiera otra de las megaobras emprendidas en esta administración.

Para dar una idea de la dimensión de su costo, se calcula que con esa inversión se podría cubrir varias veces el presupuesto solicitado por el sistema de salud del Estado para atender la pandemia de Covid-19 en todo el país.

Es un costo enorme en momentos en los que esa inversión podría haberse destinado a otros usos como, por ejemplo, la atención a la pandemia, una más rápida y amplia cobertura de vacunación, un programa de apoyo emergente al empleo, etc. Incluso en la región maya, con todo y los gastos elevados de la obra, no se tienen contemplado cubrir otras necesidades de la zona, como lo es el del suministro de agua potable, el compensar la deforestación que provocarán los trabajos o hasta la protección de especies en peligro de extinción.

El Presidente ha argumentado que el proyecto del Tren Maya crea también empleos, pero la realidad es que no serán tantos como los que se ofreció en la presentación del plan o en el avance de las distintas etapas de la obra.

Además, diversos expertos siempre manifestaron su preocupación y externaron sus dudas sobre el proyecto del Tren Maya. En primer lugar sobre la viabilidad ambiental de la obra y el peligro o riesgo que representa para los ecosistemas, la flora y la fauna, de las regiones por las que va a ir cruzando en su trayecto (en especial preocupa el impacto dañino que pudiera tener sobre selvas y cenotes). Según sus señalamientos, el proyecto acarrea varios vicios de fondo que repercutirán negativamente en el entorno selvático de la región maya.

En segundo término, causa incertidumbre la viabilidad financiera que tenga el tren una vez concluido, si no llegara a ser el negocio soñado por sus impulsadores, ni a cumplir con las metas de desempeño o de ingresos que se le tienen prospectadas, o que no llegara a fungir como el vínculo planeado que conecte con los polos de desarrollo existentes o por crear en Chiapas y la península yucateca.

El proyecto del Tren Maya demuestra estar saliendo cada vez más caro y con unos resultados que se vislumbran cada vez más dudosos. Ojalá el gobierno tome estos indicadores y señales de atención para hacer la obra lo menos agresiva con el medioambiente y también lo menos oneroso para el presupuesto público.