Era cuestión de tiempo. En menos de tres meses de la administración del demócrata Joe Biden, ya se puso el ojo sobre la situación económica y energética de México.

A través de su Departamento del Tesoro, el gobierno estadounidense presentó un informe semestral sobre políticas financieras de sus principales socios comerciales, en el que el gobierno de Biden ve como amenazas para la recuperación y el crecimiento de México la errática política de la administración estatal mexicana en el campo energético.

En el documento se deplora que nuestro país margine y denoste la opción de las energías renovables, mientras se privilegian a lo que calificaron como “empresas estatales deficitarias”, que no son otras que las entidades del Estado en el campo de la producción energética como Petróleos Mexicanos (Pemex) o la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a las que el gobierno mexicano busca beneficiar en la creencia de que así se garantizará su dominio en el mercado energético.

A decir del informe del Departamento del Tesoro norteamericano, las políticas energéticas de México terminan afectando al usuario nacional con costos más elevados por el servicio y suministro de energía, a la par que, por beneficiar a sus denominadas empresas productivas, se ponen de lado o no se abordan otros proyectos de inversión que resultarían más beneficiosas para el desarrollo y crecimiento de la nación.

Afortunadamente, no todo el panorama mexicano es negativo a los ojos estadounidenses, ya que el informe destaca como positivo que la política de cambio flexible de México ha logrado sostener la estabilidad del peso mexicano frente a las divisas extranjeras, a pesar de la turbulencia económica que agita al mercado cambiario internacional.

Eso tranquiliza a las entidades financieras mexicanas, ya que se había generado el rumor internacional en el sentido de que México manipulaba el tipo de cambio del peso en un intento de conseguir ventajas comerciales en el mercado mundial, pero en este último informe se hace hincapié en que sólo se le vigila desde el aspecto de politica cambiaria por una cuestión de metodología hacia sus socios comerciales.

No obstante, para la administración Biden parece haber una inercia con respecto a su antecesor Trump, pues persisten las preocupaciones sobre la incertidumbre que genera México sobre sus procesos regulatorios en el sector energético, a la vez que se mantienen los señalamientos sobre el clima poco amigable hacia las inversiones de empresas estadounidenses en territorio mexicano.

Todos esos señalamientos deben tomarse con preocupación y seriedad, ya que vienen del que es el principal socio comercial de México, y al cual el futuro de nuestro país está inevitablemente ligado.

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