Los gobiernos del país llevan más de tres décadas apostando a programas sociales para intentar resolver los problemas más apremiantes, de manera particular la pobreza. A pesar de los apoyos otorgados durante años, México carga aún con los mismos atrasos de finales del siglo pasado.

Mucho han advertido especialistas de que los recursos que se han invertido con frecuencia sirven más para sumar clientelas electorales que para atender los rezagos. Los elevados niveles de pobreza (estimados en 50% de la población) confirman que la entrega de apoyos monetarios no han servido para acabar o disminuir drásticamente los índices.

Hoy está bajo la lupa el programa Sembrando Vida, considerado por el gobierno federal “el programa de reforestación más grande del mundo”, aunque en los hechos ocurre exactamente lo contrario en algunas zonas del país. En Quintana Roo, por ejemplo, grandes extensiones de selva han sido devastadas por pobladores para tener acceso a los 5 mil pesos mensuales que se ofrecen como apoyo.

Por medio de una solicitud de información, se conoció que la mitad de las 5 mil parcelas inscritas en el programa en esa entidad, están en áreas catalogadas como selvas y hay evidencias de que el programa causó pérdida de cobertura vegetal y deforestación.

En una comparación, por medio de fotos de satélite, sobre cómo lucen las parcelas y cómo se encontraban antes de ser inscritas en el programa, se aprecia deforestación y pérdida de cubierta forestal para poder ingresar y cobrar los apoyos mensuales. Un campesino y beneficiario del programa reconoció que tuvo que tirar árboles para ingresar al programa. El daño causado en la zona ecológica más extensa de Mesoamérica tardará años en repararse.

Otra de las situaciones anómalas encontradas en la revisión de datos es que al menos 17 parcelas están localizadas dentro de zonas urbanizadas y 64 tienen un doble registro.

A eso se suman observaciones hechas por la Auditoría Superior de la Federación y por organismos no gubernamentales a Sembrando Vida.

Si algo le falta a los programas sociales que aplica actualmente el gobierno federal es una autoevaluación para confirmar su correcto funcionamiento... y tendría que hacerse de manera urgente. No tiene sentido destinar recursos que no cumplen su cometido o de los que se desconoce su destino.

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