La introducción de candidaturas independientes en la ley electoral –luego de la reforma de 2014– generó un furor por participar en elecciones por medio de esta figura, considerada antisistema y antipartidos.

Ahora, a siete años de distancia, ese interés ha venido a menos, principalmente por los requisitos que la propia normatividad establece.

En los comicios del pasado domingo 6 de junio 647 aspirantes (549 hombres y 98 mujeres) participaron por cargos locales. El estado que mayor número de candidatos independientes registró fue Tlaxcala, con 68, mientras que la entidad que menos registró fue Campeche, con tres. En medio de las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19 la realización de campaña para darse a conocer fue complicada.

Los resultados obtenidos en la elección parecen confirmar que el destino natural de aspirantes independientes se limita a demarcaciones pequeñas, donde ya son conocidos o de manera fácil pueden difundir sus propuestas.

En el istmo de Tehuantepec, por ejemplo, compitieron apenas cinco candidatos independientes en los 32 municipios de la región, pero tres se alzaron con la victoria, uno de ellos en San Francisco Ixhuatán, ayuntamiento que tendrá por primera vez un presidente municipal sin vínculos con un partido político. Felipe López Matus obtuvo el triunfo con 2 mil 545 sufragios y asegura que solo invirtió 30 mil pesos en su campaña, de los cuales 12 mil pesos le otorgó el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca. Menciona que fue un reto romper con el miedo de mucha gente para convencerlos de apostar por una propuesta diferente a la de un partido político.

En zonas urbanas, a diferencia de otros procesos electorales, la participación de la mayoría de las candidaturas independientes fue meramente testimonial.

En México, el derecho de toda mexicana o mexicano a participar en una elección fue un proceso que llevó varios años y que incluso se introdujo luego de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por los requisitos que impone la ley, los aspirantes independientes enfrentan una ruta tortuosa desde el momento en que deciden postularse a una candidatura de ese tipo.

Aunque serían directamente afectados por cualquier reforma que modere los requisitos que se exigen a independientes y que les otorgue más apoyos, los partidos políticos están obligados a revisar esa figura que parece estar perdiendo interés. La política no tendría que ser monopolio de nadie.

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