Una investigación realizada por EL UNIVERSAL a partir de documentos en poder de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) pone al descubierto la manera en que un grupo de proveedores del sector salud se coludieron intermitentemente a lo largo de casi 20 años para obtener beneficios y sangrar al erario, generando pérdidas a las arcas nacionales por un monto acumulado de casi 400 millones de pesos.

Dicha colusión echó mano de varias prácticas monopólicas graves entre las que se encontraban incluso acuerdos premeditados para ocultar o no producir bienes o servicios, para presionar así su alza de precio argumentando escasez o indisponibilidad. En otro caso se encontró que uno de los proveedores fijó a uno de sus suministros un sopreprecio que incluso duplicaba el de su costo comercial, cuando que el gobierno lo que busca, al abrir licitaciones, es precisamente lo contrario: abaratar costos en razón de los grandes volúmenes de compras que está obligado a hacer.

Los involucrados han alegado que son de los pocos proveedores que aceptan trabajar con el gobierno que, a su decir, les impone condiciones que la mayor parte de los fabricantes y distribuidores que operan en el mercado de suministros de la salud, no están dispuestos a aceptar por considerar que en lugar de ganar, les genera pérdidas.

Si bien esto ocurrió con fabricantes y distribuidores de suministros sanitarios necesarios pero no vitales para la atención de los enfermos, algo similar ocurre con las empresas que surten de medicamentos y tratamientos indispensables para combatir enfermedades o para garantizar el soporte vital de los pacientes afectados por patologías graves.

Hay que reconocer que sí ha habido corrupción en el sector salud, y que sí se han descubierto maniobras malintencionadas y fraudulentas de algunos proveedores de la industria farmacéutica, pero es evidente también que como daño colateral hay un retraso en las compras que está poniendo en riesgo la salud de los mexicanos al momento de dar combate a la corrupción, lucha que lamentablemente se ha caracterizado por ser improvisada y a todas luces desorganizada, sin ningún estudio o planeación previa que previera o anticipara consecuencias y afectaciones a terceros. En la circunstancia actual de riesgo epidemiológico, habrá que poner a un lado las suspicacias, tecnicismos y recovecos legales para actuar rápido y tener todas las soluciones necesarias a la mano.

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