En un país tan diverso como México, las regiones son distintas unas de otras y se caracterizan incluso por las enfermedades que presentan. En zonas tropicales, especialmente en el sureste, el dengue es un mal que se presenta invariablemente cada temporada de calor; en el altiplano, en cambio, la enfermedad prácticamente no existe.

Debido al carácter temporal e identificación de su origen (la transmisión se da por picadura de mosquito), cada año se despliegan brigadas de prevención con el fin de que los estragos se reduzcan al mínimo. Semanas antes de iniciar la etapa de mayor incidencia comienzan campañas de concientización para que la ciudadanía evite tener agua acumulada en recipientes abandonados, sitio ideal para la reproducción del mosquito causante del dengue; además de que se realizan acciones de fumigación para combatir al insecto.

Este 2019, la situación fue muy diferente a los años anteriores. Los casos confirmados por dengue se triplicaron en comparación con 2018. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en su último Informe Semanal de Vigilancia Epidemiológica, perteneciente a la semana 34 (que finalizó el pasado 25 de agosto), se han confirmado 10 mil 211 casos, de los cuales 3 mil 253 son considerados “dengue grave”. Un año antes, para la misma semana, se habían confirmado 3 mil 196 y mil 560 como graves.

Para la autoridad, el repunte es “normal”, se encuentra “un poco arriba del promedio pero en el rango esperado”. Especialistas del Cinvestav no opinan igual. Confirman que el dengue tiene ciclos, en los que hay un pico cada tres o cuatro años, pero llevar un registro tres veces por arriba del año previo no entra en los límites de lo “normal”.

La situación coincide con la nula adquisición de insecticida en los primeros ocho meses de la actual administración. El Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, de la Secretaría de Salud, recibió un presupuesto de 192 millones 371 mil pesos para la compra de insecticidas, pero comenzó a ejercerlo apenas en agosto.

Los elevados registros parecen ser resultado de la política de austeridad federal que de un brote cíclico. La contención de gasto llevada al extremo sería la causa de los más de 10 mil casos. Una vez más quienes padecen los recortes son quienes menos recursos tienen. No hay que olvidar que este virus tiene el potencial de ser mortífero si no se atienden sus síntomas o si se presenta en su modalidad más agresiva: el dengue hemorrágico. La prevención nunca debe considerarse un derroche.

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