Con miras al cambio de poder que se dará en Estados Unidos el próximo 20 de enero, la Comisión sobre Política de Drogas en el Hemisferio Occidental está exhortando al Congreso estadounidense a revivir la Iniciativa Mérida, por la cual en 2008 esa nación acordó con México el establecimiento de una política de colaboración para el combate del narcotráfico y el crimen organizado.

Esta propuesta se da en un momento en que se ha perdido la confianza entre ambos países a raíz de la detención y posterior liberación en Estados Unidos del general y exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, asunto que representa uno de los puntos de mayor deterioro en la relación en materia de seguridad binacional tal vez desde el asesinato en México del agente de la DEA, Enrique Camarena, en 1985.

Ahora, el llamado a revaluar la Iniciativa Mérida demuestra por un lado la urgencia de atender la situación crítica a la que ha llegado el poder del narcotráfico y, por otro, el intento por restablecer la confianza y asegurar la plena participación y colaboración de las dos naciones en un problema que les es común.

El exhorto es una muestra de que con Joe Biden van a cambiar las cosas, ya que con Donald Trump el trato fue muy laxo y no se metió a fondo en el tema del narcotráfico como asunto de seguridad nacional para Estados Unidos, y enfocó más bien su atención en el asunto migratorio, al que en cambio sí vio como un gran riesgo para la estabilidad de su país, y hasta comisionó a México para que se encargara de hacerle el “trabajo sucio” de contener a los migrantes (tanto mexicanos como centroamericanos), incluso bajo la amenaza de tomar represalias comerciales en caso de no hacerlo.

Esta es una buena oportunidad para replantear la cooperación en materia de seguridad y explorar otras rutas de colaboración en el combate tanto a las adicciones como al comercio ilícito que se estructura a su alrededor y que afecta ya por igual a los dos países, pues hace ya bastante tiempo que México dejó atrás su papel de mero productor y proveedor de estupefacientes, para pasar a ocupar uno de consumidor activo.

En este sentido, en México finalmente se han dado ya los primeros pasos en firme para la legalización de la marihuana, primero como recurso medicinal y luego ya hacia la despenalización de su uso recreativo, así como su posesión en pequeñas dosis o su cultivo para uso personal, e incluso sentando también avances hacia su industrialización.

Han sido ya décadas de haberse enfrascado por separado ambas naciones en una guerra contra el narcotráfico y aún se ve lejos la posibilidad de una victoria. Sacar del olvido a la Iniciativa Mérida es buen comienzo para resolver juntos el problema.

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