El domingo se entregó en la Cámara de Diputados la primera propuesta de Presupuesto de Egresos en la que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le imprime de manera completa su sello. Hace un año el gasto inercial que venía de la administración previa y el reciente arribo al poder limitaron su capacidad de acción.

Se espera que toda la problemática que se generó en 2019 por falta de recursos o por la asignación tardía del dinero debido a la falta de experiencia para operar el aparato burocrático haya quedado superada para 2020. En el año que está en curso los centros públicos de investigación, la Conade, y el sector salud fueron algunas de las dependencias que hicieron pública la situación de presupuesto escaso.

La cruel realidad para los gobiernos mexicanos es que desde hace muchos años el margen de acción es mínimo. Gran parte del gasto se diluye en rubros que requieren miles de millones de pesos y que se convierten en verdaderas camisas de fuerza. El pago de pensiones, salarios y el pago del servicio de la deuda pública son solo algunos ejemplos.

En los hechos es relativamente poco el dinero que el gobierno federal puede disponer para impulsar los programas que desde su perspectiva darán viabilidad al desarrollo del país. EL UNIVERSAL publica hoy que de los 6.1 billones presupuestados para gastar el año próximo, el gobierno solo tiene 18% para maniobrar.

Por ese motivo, otro aspecto fundamental es la previsión de captación de recursos vía impuestos. En esta ocasión la apuesta consiste en “darle dientes” al organismo recaudador y en cobrar el impuesto al valor agregado (IVA) a empresas que ofrecen servicios de manera digital. Ojalá que en el primer tema no se incurra en un terrorismo fiscal y que el segundo no se traduzca en una carga económica para los usuarios de servicios.

La manera en que se asigna el gasto público determina lo que el gobierno considera prioridad. El jefe del Ejecutivo federal señaló que lo primordial para 2020 son la seguridad y el apoyo a sectores de la población que enfrentan las mayores carencias sociales. Poco se menciona del gasto público como uno de los motores de la economía. En los criterios generales de política económica se pronostica un crecimiento de 1.5% a 2.5%; si otro de los objetivos es que la economía avance, no se debe olvidar la asignación a proyectos de infraestructura, más allá de los grandes proyectos sexenales prometidos por el gobierno.

La disciplina ofrecida para mantener finanzas equilibradas es un punto a favor, luego de que el sexenio pasado la deuda pública se duplicó. Se requerirá, sin embargo, algo más que la disciplina para lograr una mejoría generalizada en los bolsillos de millones de mexicanos; esta, en realidad, será uno de los desafíos para el año próximo.

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