Pocas iniciativas de reforma han causado tanta reacción en contra como la que modifica la ley del Banco de México en materia de captación de divisas.

A pesar de las reuniones previas para recabar opiniones de expertos y de los sectores involucrados, el proyecto se aprobó el miércoles pasado en el Senado de la República sin que se incluyeran las observaciones y las alternativas de solución planteadas por el banco central.

Con esa reforma, el Banco de México estará obligado a aceptar los dólares que los bancos que operan en el país no pudieron regresar a Estados Unidos vía operaciones cotidianas.

¿Cuál es el riesgo? Voces de expertos e incluso afines al gobierno federal señalan que entre los dólares que puedan ingresar a las arcas del banco central estarían aquellos vinculados a organizaciones criminales que lograron ser introducidos al sistema financiero con la intención de “lavar” ese dinero obtenido ilegalmente.

Esa sería apenas la primera parte de un problema mayor, pues en el momento en que desde el exterior se realicen investigaciones sobre lavado de dinero, los recursos (“activos internacionales en reserva”) propiedad del Banco de México podrían verse afectados.

Desde los propios bancos que operan en el país se reconoce que aunque hay reglas antilavado no son infalibles. La Unidad de Inteligencia Financiera también se ha sumado y llama a comenzar una discusión más amplia.

El proyecto se encuentra ahora en la Cámara de Diputados, que debe tomar la decisión de frenar la iniciativa o realizar las modificaciones correspondientes.

Desde diversos sectores se está lanzando la advertencia de lo que podría implicar la aprobación. Se trata de voces mesuradas que no podrían pasar por alarmistas; por el contrario, están tratando de prever males mayores que repercutirían en la economía nacional. ¿Serán escuchadas y atendidas? ¿o el partido que tiene la mayoría legislativa pasará por encima de las alertas que se emiten? La actuación de los legisladores estará bajo la lupa para identificar si adoptan la vía del diálogo y el análisis o el de una aplanadora que impone su voluntad.

En esta ocasión, ante tantas observaciones y alertas lanzadas, hay dos consejas populares que flotan en el aire: “Más vale prevenir que lamentar” y “Sobre aviso no hay engaño”.

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