La propuesta de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) que el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó para su discusión y eventual aprobación por la Cámara de Diputados, favorece a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como principal proveedor del suministro eléctrico para la nación, contraviniendo los propios preceptos del Estado contra las prácticas monopólicas, a la vez que desdeña la generación de energías limpias (como las solares y las eólicas) y deja en último lugar la participación de particulares que mostraran interés en generar energía.

La Iniciativa Privada nacional ya se expresó en días pasados en contra de las reformas, por considerarla como una expropiación indirecta, pero ahora desde fuera del país ya se ha comenzado a externar preocupación, que seguramente dará lugar a protestas y demandas en los páneles del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, y vuelve a poner en riesgo al acuerdo, el cual estuvo a punto de desaparecer en la administración de Donald Trump.

Los empresarios mexicanos han advertido que la reforma redundará en aumentos en el precio de productos y servicios, además de incrementar la carga fiscal a los mexicanos por la necesidad gubernamental de subsidiar a la CFE, además de que por su naturaleza alienta la conformación de un monopolio estatal en la generación de energía eléctrica y, por tanto, desalienta cualquier intento de contar con sana competencia en el sector, que permitiera a los usuarios elegir al proveedor que les ofreciera las mejores condiciones para el suministro, a mejores precios y con el menor impacto posible sobre los ecosistemas.

Ahora, la Cámara de Comercio en Estados Unidos (US Chamber), organización que agrupa a empresarios e inversionistas norteamericanos, pide reconsiderar la reforma toda que vez que la considera como violatoria del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), a la vez que resulta contraria para la competitividad y la inversión extranjera en el sector.

Hay una insistencia mexicana para favorecer la generación de electricidad a partir de energías fósiles, en demérito de las fuentes limpias y del desarrollo sustentable se da a partir de una visión ideológica del mandatario, y no por una de negocio, que era lo que se necesitaba en estos momentos en que el cambio climático exige que el mundo dé un golpe de timón en la generación de energía y privilegie fuentes alternas que resulten más amigables con el medio ambiente. Tanto por sus posibles beneficios económicos como por los ecológicos, el gobierno debería reconsiderar la forma en que ha planteado esta reforma.

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