Pese a los pronósticos optimistas que auguraban una tenue, pero constante tendencia a la recuperación en todos los sectores de la economía, varios factores se unen una vez más para impedir que la actividad industrial mexicana pueda retomar los niveles de desarrollo que tenía en febrero de 2020, el mes anterior al inicio de la pandemia por coronavirus.

Actividades estratégicas del sector industrial (minería, servicios públicos, construcción y plantas manufactureras) se han visto afectadas no solo por el impacto directo del Covid, sino por una conjunción de efectos concomitantes que ha traído la pandemia, como el ausentismo y el desabasto en la cadena de insumos.

Y lejos de vislumbrarse una recuperación en el horizonte cercano, las últimas cifras presentadas por el Inegi muestran que el crecimiento de la producción se está frenando y podría mostrar estancamiento o por lo menos un primer semestre de debilidad, tras el cual podría esperarse algo de crecimiento.

La desaceleración industrial, mayormente acusada en los sectores automotriz y de la construcción, pega en cascada sobre otras actividades económicas al haber menor efectivo circulante producto de este frenado, lo que incide en otros sectores económicos de distinto talante.

Cuando el impacto del cese de actividades como medida para tratar de contener los contagios de Covid-19 produjo en México sus primeros efectos adversos y comenzaron a cerrarse centros de trabajo o producción, no se pensó en apoyos, pero ahora ante el embate de nuevas variantes del virus, habría que replantearse si se puede apoyar o no a la actividad industrial que es, junto con el sector de los servicios, una de las principales generadoras de empleos en nuestro país, pues la experiencia registrada en otras naciones revela que los apoyos a la industria sí dan buenos resultados, como lo ejemplifican las remesas que desde Estados Unidos envían los migrantes mexicanos a sus familias y que han roto récord, recordando que estos flujos de dinero son posibles gracias a que en EU se apoyó al trabajo y los obreros y empleados contaban con beneficios que les permiten generar ahorro.

Si con la crisis generada por la pandemia y con los aun más graves efectos tanto sanitarios como económicos registrados en EU, los migrantes están enviando dinero en montos nunca antes vistos, es ejemplo de que apoyar a la industria no es beneficiar a los ricos, sino crear condiciones para que esa asistencia se traduzca en bonanza para todos. Ojalá de este lado de la frontera pueda servir la lección.

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