El secretario de la Marina (Semar), José Rafael Ojeda Durán, hizo ayer un duro reclamo contra miembros del Poder Judicial, al asegurar que los jueces frustran su trabajo y dejan ir a detenidos a los que costó gran esfuerzo capturar. Acusó que con su actitud, pareciera que el enemigo está en ese Poder de la República.

Llama la atención que la alocución del secretario haya sido expresada con un poderoso elemento simbólico: el militar portaba la camisola del uniforme de guerra y no el saco de gala con que suele acudir a las ceremonias civiles.

Hasta el gobierno anterior, las fuerzas armadas mantuvieron su distancia y no hicieron pronunciamiento alguno sobre el rumbo que se debía dar a los poderes de la Nación. Pero ahora se trata de militares metiéndose al terreno civil a partir de que el titular de Marina se lanza contra el Poder Judicial,

Los militares han tenido sus roces con este Poder pues son ya añejos sus reclamos en cuanto a los operativos que les tocaba efectuar, deplorando la lentitud del aparato judicial para actuar, con ministerios públicos que no aparecían, se rehusaban a acudir a los llamados, no facilitaban las operaciones o armaban las carpetas de investigación de manera deficiente o incompleta, lo cual muchas veces echaba por tierra operativos con meses o años de planeación.

Si bien todos esos reclamos se realizaron en privado y no trascendieron a la esfera pública, el que el secretario haya hecho un exhorto público con esas acusaciones es más que preocupante, puesto que constituye una intromisión en la esfera civil.

Es un peligro para el país y consecuencia del empoderamiento progresivo que ha dado el Presidente a las fuerzas armadas, asignándoles funciones, trabajos y responsabilidades que de origen corresponden a los civiles. La de ayer es una señal de que los militares podrían empezar a incursionar en temas de gobernabilidad y del trabajo de otros poderes.

Atacar desde lo que representa la institución armada a los jueces y ministros conlleva un escalamiento en las tensiones entre los poderes que conforman el aparato gubernamental, pues en esencia constituye un acto de amedrentamiento de parte de una entidad que se supone está al servicio de México y no de una persona en específico, o de sus designios o caprichos individuales, por mucho que diga hacerlo como Jefe del Ejecutivo.

Es tiempo de revisar el papel de las instituciones y definir los campos de acción de cada una para que todas trabajen en conjunto y con sus funciones bien delimitadas.