La precipitada vacunación a los maestros, ya de por sí polémica por la disyuntiva en si vacunar primero a los trabajadores de la salud o a los de la educación, deja ver que hay multitud de problemas por resolver antes de poder reabrir las escuelas.

Resulta que por el abandono, gran parte de las escuelas del país, especialmente en el entorno rural, no están en condiciones de regresar a funcionar. Como ocurre en Torreón, Coahuila, donde se piensa echar a andar un programa piloto de regreso a clases en 52 escuelas de la entidad, encontrando la sorpresa que gran parte de las instalaciones educativas están vandalizadas o han sido objeto de saqueo de su mobiliario, materiales didácticos y equipo de trabajo.

Todo esto se está haciendo al vapor, y tal vez la idea de adelantar la vacuna a los maestros obedezca a consideraciones políticas sin que se contara primero con un diagnóstico o estudio que permitiera tantear si la tarea de inmunización a educadores era realizable a plenitud y en los tiempos planeados.

Profesores consultados señalan que mientras las autoridades están ya anunciando un inminente regreso a clases, a los maestros y personal de intendencia no se les ha consultado sobre las necesidades específicas de sus planteles, incluso sin dotarlos tan siquiera de los suministros básicos de limpieza como paso lógico antes de abrir las escuelas, pues como dicen “no están las condiciones, por más que estemos vacunados”.

Pues sin duda también se debe consultar a las comunidades que están involucradas, por ejemplo la de los maestros y la de los padres de familia, para saber si ambos grupos están dispuestos a hacer el regreso a clases presenciales o preferirían esperar a retomarlas más adelante, cuando, por ejemplo, hubiera un avance mayor en la vacunación de toda la población o se constatara ya un franco retroceso de la pandemia.

Se tienen reportes de diversos puntos del país en la que algunos padres de familia han manifestado que aun cuando se convocara a los niños a regresar a las aulas, ellos no permitirán que sus hijas e hijos lo hagan, y ya comienzan a organizarse para manifestar oposición colectiva.

Finalmente, dados los saqueos, las vandalizaciones y la falta de mantenimiento y servicios —como el agua, por ejemplo— como consecuencia de meses de inactividad, también se debe hacer una evaluación exhaustiva que permita determinar en cada caso si las escuelas están en condiciones de recibir a los alumnos.

Es demasiada premura, mejor es proceder con calma. La tarea de educación requiere planeación, estudio y análisis. La enseñanza y la niñez mexicanas bien lo valen.

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