Cuando el epicentro de la pandemia de coronavirus se encuentra precisamente en el continente americano y amenazando con agudizarse en las naciones al sur del Río Bravo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado a los gobiernos latinoamericanos a no anticipar ninguna reapertura y a conducirse con coherencia entre los mensajes que envían y las políticas que toman con respecto a la epidemia al interior de sus territorios.

Y es que a su parecer, hay una marcada diferencia entre lo que los ciudadanos de los países de América Latina reciben como directivas a seguir para evitar los contagios y los mensajes de optimismo de sus líderes, en clara alusión a los exhortos que hace el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para retomar actividades y poner en marcha la economía.

Lo anterior, en voz de los expertos en el tema sanitario, no abona en nada benéfico para los cientos de millones de ciudadanos latinoamericanos, ya que se trata de un doble lenguaje de intenciones que lo único que consigue es inducir confusión y, con ello, una indeseable prolongación de los contagios y, por ende, del periodo de confinamiento colectivo que, para economías en crisis de larga data agravadas ahora por la pandemia, se torna ya inaceptable un mayor tiempo de encierro.

Latinoamérica se ha vuelto un foco de preocupación mundial al tener en estos momentos 4 de los diez países con mayor reporte de contagios diarios, siendo México el segundo de ellos y ocupando el séptimo lugar en el mundo, solo superado por Brasil a nivel regional.

Con naciones en vías de desarrollo y con economías ya desde antes golpeadas por múltiples circunstancias, a las que vienen a sumarse ahora los efectos postpandemia, las proyecciones tanto epidemiológicas como económicas para América Latina ya han comenzado a confirmarse, augurando un nada halagüeño porvenir en el corto plazo, con desempleo severo y la consiguiente generación de más pobreza, así como una progresiva extinción de las clases medias en casi toda la región, con el agregado encima de una preocupante coyuntura de salud, que podría llevar al colapso a los sistemas sanitarios en cada país, o dejarlos demasiado debilitados para seguir atendiendo a sus usuarios, con el consiguiente deterioro de la salud pública no solo a nivel epidemiológico, sino en todos los rubros de la medicina.

La OMS lo único que está pidiendo a la región a estas alturas de la emergencia sanitaria mundial es simplemente esperar un poco más. Es momento de hacerle caso.

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