No es la primera vez que fuerzas del orden trastocan los objetivos para los que fueron creados y terminan sirviendo o aliándose a los enemigos a los que debían combatir.

Tan solo por mencionar un par, están Los Zetas, surgidos en el Ejército mexicano como un grupo con adiestramiento especializado, que terminó primero poniéndose a las órdenes del narcotráfico mexicano como brazo armado y luego escindiéndose para operar como organización independiente. Otro ejemplo son los kaibiles, de Guatemala, miembros del ejército con entrenamiento especial, con un destino similar en el crimen organizado, tanto en Centroamérica como en México.

Esta vez una investigación especial realizada por El Gran Diario de México presenta cómo un cuerpo de policía de élite que, bajo diversas siglas que fueron cambiando con el paso del tiempo, impuso su propia ley y métodos en el norte del estado de Coahuila, y cuyos miembros ahora revelan su historial delictivo paralelo a su servicio público.

Definido por sus propios exintegrantes como un “cártel”, al grupo especial de la policía de Coahuila se le relaciona con delitos que en nada se diferencian de los cometidos por criminales: robo, secuestros, desaparición de personas, tráfico de drogas, armas y personas, así como asesinatos e inhumaciones clandestinas.

Además, reconocen que en varias ocasiones alteraron el curso de las investigaciones a su cargo mediante modificaciones de las escenas de crimen, liberación de implicados, simulación de enfrentamientos y amenazas o tortura para detenidos e inculpamiento de inocentes, eso sin contar que mantenían colaboración directa con Los Zetas, grupo para el que la corporación se había creado con la intención de combatir, pero al que incluso admiten haber estado a su servicio.

La corrupción sigue estando presente y creciente no solo en las carpetas de denuncias que se presentan y acumulan día tras día ante las instancias encargadas de investigar y procurar justicia, sino también en la percepción de la gente que, según estadísticas del Inegi, refiere un incremento de la corrupción en todos los niveles, pese a los tres años de un gobierno que tiene el combate de este mal como su principal objetivo.