La emergencia que desató la amenaza del coronavirus ocasionó que el sistema de salud de todos los países se enfocaran en combatirlo y en contenerlo. En México decenas de hospitales fueron “reconvertidos”, dejaron de prestar servicio de manera general para atender solo a pacientes con síntomas de Covid-19.

Hasta ahora la estrategia ha dado resultados positivos porque los hospitales no se han visto rebasados en su capacidad de atención. A pesar de ello hay un sector que ha quedado marginado y hoy reclama que no lo olviden.

Se trata de enfermos crónicos con padecimientos como diabetes, hipertensión o VIH. Periódicamente tienen que ser atendidos por especialistas y recibir medicamentos para controlar sus enfermedades.

EL UNIVERSAL recogió testimonios de médicos adscritos a hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ISSSTE y de la Ciudad de México, quienes aseguraron que las consultas externas están paradas, al igual que la agenda de citas para especialidades como cardiología, ortopedia y endocrinología, entre otras. Lo único que se atiende son urgencias.

Esta población se encuentra doblemente amenazada: un posible contagio de Covid puede terminar con su vida, asimismo dejar de recibir seguimiento médico a sus padecimientos puede significar que sus males empeoren.

Dejar abandonados a quienes padecen enfermedades crónicas es una situación que pone en riesgo numerosas vidas. Es urgente voltear a verlos.

Detrás de esta situación se manifiesta un problema de fondo, documentado por organismos como la OCDE: la carencia de médicos para atender a la población.

Mientras el país no genere políticas públicas con el objetivo de terminar con la sangría de personal médico, de enfermería y de especialistas, epidemias irán y vendrán sin que el sistema de salud tenga la capacidad de brindar atención oportuna y eficiente. Si la pandemia actual no coloca a México en la ruta de resolver esta carencia, entonces nada lo hará.

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