Este vistoso y ancestral arte procedente de la antigua China, ha cobrado carta de naturalización en nuestro país, donde no se concibe festividad que se digne llamarse así que no la incluya como parte culminante del festejo. Además, se trata de una actividad económica de la que dependen poblados enteros, como ocurre en el Estado de México.

Siempre se ha hablado del riesgo de elaborar, almacenar y vender estos explosivos con fines de entretenimiento, pero ahora también ha empezado a preocupar la contaminación que produce su quema, por lo que ya hay fabricantes que intentan producir y vender pirotecnia más amigable con el ambiente, mediante el uso de materiales biodegradables y nuevas fórmulas y procesos de producción, además de la adopción de protocolos de manejo más estrictos y uso de materias primas certificadas.

Es tal la importancia de la actividad que existe una dependencia estatal enfocada únicamente en este oficio artesanal: el Imepi, Instituto Mexiquense de la Pirotecnia, que a decir de los fabricantes sólo se dedica a emitir recomendaciones sobre producción, comercialización y almacenaje que cumplan con lo dictado por la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, así como encargarse de dar capacitación en cuanto a la quema controlada, pero se desentiende de dar cualquier tipo de promoción a la actividad, que es la parte que los manufacturadores deploran no recibir. No obstante, la dependencia asegura haber reducido con su intervención el número de incidentes trágicos hasta en una cuarta parte de lo que ocurría tan solo dos años atrás.

En nuestro país se habla de un registro histórico de accidentes de grandes proporciones relacionados con la pirotecnia que ya ronda las dos centenas de casos. Fabricantes y vendedores aseguran que el incremento en desastres con pirotecnia se ha dado a raíz de la llegada de productos y materiales de origen chino, a los que acusan de ser de baja calidad (“Toda la vida hubo gente que tenía cohetes en su casa y no pasaba nada”, asegura uno de los productores), mientras que la producción nacional está sometida a más controles por parte de las autoridades, lo que les obliga a hacer una mayor inversión que la que realizan sus contrapartes chinos, aunado a las cuantiosas pérdidas que los coheteros mexicanos deben absorber a causa de accidentes, multas y decomisos. Por ello es que los fabricantes exigen que se haga corresponsables a las empresas importadoras que introducen artículos pirotécnicos de ínfima calidad a México, pues de nada sirven todos los esfuerzos de autoridades y productores mexicanos si se sigue permitiendo el contrabando de productos chinos que no tienen ese cuidado hacia el ambiente.

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