Este domingo 1 de agosto el país dio un paso más en la consolidación de ejercicios democráticos al realizarse por primera vez una consulta popular a nivel nacional. A pesar de la escasa participación ciudadana, las consultas permiten a la sociedad involucrarse en decisiones que la afectan directamente. Incrementar este tipo de prácticas, cuando haya situaciones que lo requieran, es lo más recomendable para dar oportunidad a la consolidación de la democracia directa.

La realizada ayer, sin embargo, estuvo rodeada de un incesante ruido político que influyó en amplios sectores para menospreciarla o considerarla poco relevante por la polarización que se generó desde que fue planteada. Hace un par de semanas todavía 64% consideraba Algo importante/Muy importante participar en la consulta, de acuerdo con una encuesta de EL UNIVERSAL, pero 59% no veía necesario erogar un alto costo económico (para este ejercicio se destinaron aproximadamente 528 millones de pesos).

Los errores u omisiones que se hayan cometido en la consulta de ayer –desde su planeación hasta su ejecución, por pifias de los actores políticos o por la rigidez de la ley– pueden ser subsanados en el futuro inmediato. Es natural que ante una pregunta cuyas únicas respuestas son SÍ o NO se produzca división entre sectores de la sociedad, lo urgente es evitar que próximas consultas se conviertan en un ring para descalificar al ejercicio mismo.

Los temas que tengan que definirse por medio de consultas deben ser concretos y sin la posibilidad de que se argumente que lo planteado no debe ponerse a discusión. En este sentido, la ley es clara y establece que “no podrán ser objeto de consulta las restricciones de los derechos humanos, la materia electoral, el sistema financiero, el Presupuesto de Egresos de la Federación, obras de infraestructura en ejecución, seguridad nacional, la permanencia o continuidad de los servidores públicos de elección popular. La Suprema Corte resolverá sobre la constitucionalidad de la materia en consulta”.

Las consultas populares deben estar llamadas a ser una práctica frecuente en México, aunque tienen que asignarse recursos suficientes para su realización, pues sin ellos se abre la puerta a que se descalifiquen. Perfeccionar estos ejercicios de ahora en adelante es prioritario. La sociedad debe verlos con interés no como algo que le es ajeno.

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