El futuro de Petróleos Mexicanos luce entre claroscuros. Por un lado parece tener buenos resultados en el combate al robo de combustibles, pero por el otro está una serie de cifras negativas que contiene su reporte financiero al tercer trimestre, difundido ayer. En el informe se expone, por ejemplo, que las pérdidas en los primeros nueve meses del año ascienden a 176 mil millones de pesos. ¿Cómo remontar esa tendencia?

Culpar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador por la situación de la petrolera no sería justo. Desde el año 2000 diferentes administraciones dejaron de invertir en Pemex y se dedicaron solo a extraer su riqueza y muchas veces a derrochar y desviar los millonarios recursos de la paraestatal. El actual gobierno recibió en herencia a la petrolera más endeudada del mundo.

De lo que debe responder la actual administración es en el combate al huachicol. A principios de año adoptó medidas extremas para contener el problema del robo de combustible. Los oleductos fueron cerrados y el reparto comenzó a realizarse únicamente por pipas, lo que ocasionó situaciones de desabasto.

A finales de diciembre pasado desde Palacio Nacional se dijo que diariamente se robaban 200 millones de pesos en combustible y que lo sustraído equivalía a 600 pipas de hidrocarburos, de 15 mil litros cada una.

Ahora, en un reporte se señala que la estrategia de combate al robo de combustibles, medida en términos de tomas clandestinas, presenta resultados positivos: de enero a septiembre las tomas ilegales se redujeron 43.2%. La sangría económica en este rubro también se contuvo. Disminuyó 91% en el tercer trimestre al pasar de 10 mil 700 millones de pesos en igual periodo del año anterior a mil millones.

Sin embargo, falta explicar por qué a pesar de que el robo va a la baja, disminuyen también los volúmenes de ventas nacionales y por tanto los ingresos procedentes del mercado doméstico. Ante la menor presencia de combustible robado tendrían que incrementarse las ventas.

Entre lo rescatable del informe financiero se encuentra que la deuda disminuyó 6% y que después de 14 años de producción a la baja, en el último trimestre se frenó la tendencia y se dio un ligero repunte. Unas cuantas cifras optimistas en medio de un panorama nada halagador.

El país requiere con urgencia hacer realidad lo que se ha pedido desde hace años: despetrolizar la economía y diversificar la industria; aunque quizá lo más urgente es conocer si la principal empresa del Estado tocó fondo. ¿Ya se ve la luz al final del túnel?

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