Aunque este 10 de mayo el festejo por el Día de las Madres comenzó a parecerse a la época prepandemia, en medio de un descenso de casos de Covid-19 y un menor índice de ocupación hospitalaria, miles de madres en el país no tuvieron nada que celebrar; por el contrario, salieron a las calles para recordar que sus hijos o hijas se encuentran desaparecidos y para exigir atención de las autoridades.

Se trata de colectivos que este lunes cumplieron 10 años de protestar cada 10 de mayo para recordarles a los gobiernos en turno que para ellas el 10 de mayo es una fecha de aflicción y de pesar. En ciudades de Guanajuato, Sonora, Sinaloa, Veracruz y en la capital del país, entre otras, las madres alzaron su voz para gritar su dolor en lo que debió ser un día de fiesta.

Sus seres queridos no perdieron la vida en medio de la violencia que se presenta en algunas zonas de la República. Un día simplemente salieron de sus casas y nunca más se supo de ellos. En varios casos hay evidencia de que grupos delictivos los sustrajeron de un sitio público y ninguna autoridad ha movido un dedo para conocer su paradero.

Este 2021 cumplieron una década de salir cada 10 de mayo para que sus casos no se olviden ni se acumulen nuevos. Reconocen que la energía ha ido menguando, que antes caminaban con fuerza, y que otras ya se quedaron en el camino. Cada 10 de mayo, afirman, es más terrible para cada una de ellas.

La demanda ha cruzado muchos gobiernos de distintos colores partidistas, pero autoridades locales y federales ignoran el clamor.

En la búsqueda de sus hijas o hijos utilizan sus propios medios, sin el apoyo oficial de fiscalías locales ni la federal. Acuden a predios señalados por vecinos como sitios donde grupos criminales sepultan a sus víctimas. Así han encontrado enormes fosas clandestinas y restos de sus desaparecidos.

Las promesas del actual gobierno federal, de atender y resolver el problema, poco a poco también se van desvaneciendo. Una exigencia puntual es la de vetar la Ley de la Fiscalía General de la República por considerar que es un retroceso para las familias de personas víctimas de desaparición.

Será inútil acusarlas de ser manipuladas por fuerzas políticas. Eso es lo que ellas demandan: tener apoyo de algún grupo político. En medio de un escenario polarizado, sus voces se pierden entre tanta denostación. ¿Quién las escucha?