Ante una baja sostenida en el número de hospitalizaciones en el Valle de México, los gobiernos de las dos entidades que lo comparten anunciaron el paso del semáforo rojo hacia el naranja, con el cual una serie de actividades podrán ser permitidas a realizarse, siempre y cuando se observen los protocolos sanitarios de prevención epidemiológica, para no generar una tercer caída y un nuevo retroceso hacia el confinamiento.

Luego de haberse vivido por casi dos meses bajo semáforo rojo, que tuvo que imponerse por una segunda oleada de contagios y un incremento en la demanda de hospitalización que excedió incluso a la registrada durante la primera ola, llegando en el Valle de México al punto de una saturación casi total, por fin se autoriza pasar a una fase un poco menos estricta de restricción de las actividades sociales y económicas, lo que esperemos redunde en un respiro para la economía del centro del país y que permita la supervivencia de empresas de todos los tamaños que ya se hallaban al borde del colapso, aun cuando muchas otras no resistieron o el cambio de semáforo les llegó demasiado tarde.

Si bien no es una señal hacia una libertad total, el semáforo naranja permite una actividad mucho más fuerte en la economía, pero debemos seguirnos cuidando ya que muchas empresas aprovecharán para hacer un retorno a la actividad como si se estuviera ya en verde.

En el Valle de México se debe combinar el arranque de los motores económicos con el cuidado de la salud y las medidas de prevención que a esta altura de la pandemia ya no deberían generar dudas ni haber desconocimiento sobre ellas, para no caer en un círculo vicioso donde la apertura lleve a más contagios y a nueva saturación de hospitales y falta de insumos como la que se vivió en enero.

Es un llamado a la sociedad para no volver a bajar la guardia, pues ya se vio que la actividad decembrina (de fiestas, reuniones y aglomeraciones por compras) se reflejó en un enero con crisis sanitaria y un incremento en hospitalizaciones y fallecimientos. También hay que hacer conciencia que la vacunación de todo un país será una tarea titánica que no podrá completarse, por mayor buena voluntad que exista, en los plazos manejados inicialmente por el gobierno, pues ya se vio que las propias farmacéuticas comienzan a verse rebasadas por la demanda mundial. El de la vacuna es sin duda un elemento de esperanza global para que el mundo retome la normalidad que existía hasta principios de 2020, pero no implica por sí solo un relajamiento de las medidas de contención.

La apuesta es mirar hacia adelante y preguntarnos: ¿qué tenemos que hacer para recuperar poco a poco la normalidad? Sin duda poner todos de nuestra parte porque el riesgo continúa.

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