Para el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, entrevistado por este diario, se trata de una reforma trascendente y profunda, que permitirá no solo extender la duración de su mandato y colaborar a que la Cuarta Transformación consolide muchos de sus propósitos, sino también sentará las bases para la renovación del poder judicial, fundada en la promesa de alcanzar una justicia más igualitaria, más accesible, más cercana a la gente, a decir del ministro.

Pero el peligro real que muchos legisladores y analistas advierten es el de la inconstitucionalidad de la modificación, que no solo allanará el camino para beneficiar a una persona en específico —lo cual es contrario al espíritu colectivo de nuestra Carta Magna—, sino sentará precedente de que es posible y válido cambiar la Constitución para conseguir fines concretos.

Lo peligroso que es que se esté cuestionando el sentido de que una nación tenga leyes, pues para justificar esta visión retorcida de lo que es justo y lo que no, se han multiplicado los defensores de la modificación a la ley judicial, en el entendido de que es válido torcer la ley hacia lo que entiende como justicia un particular o un grupo de particulares con capacidad de hacerlo, en este caso, el partido en el poder.

Así se argumenta que en beneficio de la colectividad no debe prevalecer lo legal sino lo justo, y que si hay leyes que resulten un obstáculo, pues que se cambien. Pero lo que estas personas no entienden es que hay una razón por la que el derecho rige en todo el mundo es por que a través de las leyes que se dan las sociedades a sí mismas es que se regula la convivencia entre los individuos, y la esencia de que sean inamovibles es que sean parejas para todos y operantes en cualquier momento y circunstancia, de ahí la defensa apasionada que hacen los ciudadanos de su Constitución política.

Ante nociones subjetivas de justicia, solo puede esperarse un choque continuo entre lo que cada quién entiende por justo. Y es entonces que cuando las reglas no son claras, cuando son modificables a los intereses del momento y las personas, es que se generan las arbitrariedades, abusos de poder e injusticias.

Ojalá cuando el tema de la extensión de mandato para el ministro Zaldívar llegue a la Suprema Corte, los ministros decidan conforme a lo que ellos verdaderamente consideren lo mejor para el país,

Lo alarmante es el precedente que se establece, de un artículo transitorio que pasa por encima de lo que marca la Constitución, la misma que tantas décadas de debates y discusiones costó para consolidarse.

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