La presencia de la mujer en las posiciones de liderazgo y de toma de decisiones en el mundo se encuentra en una época de pleno reconocimiento. No debe, sin embargo, considerarse que esta es la meta, más bien debe ser el punto de arranque.

A nivel internacional los puestos de mayor importancia de las instancias financieras internacionales se encuentran ocupados hoy en día por mujeres: Christine Lagarde, que fue la primera en dirigir el Fondo Monetario Internacional, ahora estará al frente del Banco Central Europeo. El FMI seguirá encabezado por una mujer, ya que la doctora en Ciencias Económicas Kristalina Georgieva, de origen búlgaro, tomará la conducción del organismo.

Al mando de la Comisión Europea, la cartera de mayor peso político en la Unión Europea, estará otra mujer, Ursula Von der Leyen, casada, con siete hijos, quien ya había hecho historia por ser la primera ministra de Defensa en Alemania.

A nivel internacional la presencia de mujeres mexicanas no es nula. En Europa, Gabriela Ramos es la directora general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y Alicia Bárcena es la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina.

En México la mujer ha ganado posiciones, pero han tenido que pasar varias décadas. Hace 66 años se se permitió el voto de la mujer (1953) y hace 40 por primera vez una mujer se convirtió en gobernadora (1979). Desde entonces el avance ha sido lento, pero consistente.

Es en el Congreso de la Unión donde destaca la presencia femenina. La actual conformación del Senado y de la Cámara de Diputados resulta histórica por representar una Legislatura paritaria. La Cámara Alta está conformada por 49% de mujeres, mientras en San Lázaro ellas representan 48%. No se puede decir lo mismo en las coordinaciones de las fracciones legislativas, ahí no parece haber espacio para la mujer.

Otro hito del Congreso es que actualmente las dos Cámaras del Poder Legislativo están presididas por dos mujeres. En Diputados, Laura Angélica Rojas, y en el Senado, Mónica Fernández.

México está dando pasos en el sentido correcto de la paridad de género. En los procesos electorales 50% de las postulaciones a cargos de elección popular deben ser mujeres. En junio pasado se modificó la Constitución Política para que la paridad de género se extendiera a los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) y a los organismos autónomos.

La realidad nacional, donde 50% de la población está integrada por mujeres, tiene que reflejarse también en quienes ocupan los cargos de decisión. Ellas han demostrado que cuentan con capacidad; la ley ahora las respalda. Es momento para empezar a recorrer el camino.

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