Hace 500 años comenzó la fusión de dos culturas que dieron origen a la nación que es México. Luego de haber desembarcado en abril de 1519 en costas del actual estado de Veracruz, el español Hernán Cortés llegó el 8 de noviembre de ese año a Tenochtitlan, donde se encontró con Moctezuma; lo acompañaban unos cientos de españoles con los que arribó de Cuba y miles de indígenas que se le unieron para luchar contra la dominación mexica.

El triunfo español tomó dos años y se dio en medio de una lucha sangrienta, cruel y militarmente desigual.

Tuvieron que pasar tres siglos antes de que surgiera un país independiente. En esos 300 años existió una clase social marcadamente dominante: los españoles; detrás de ellos se encontraban los criollos, los mestizos y los indígenas. Las comunidades originarias fueron el principal blanco de discriminación y fueron marginadas de oportunidades para aspirar a una mejor calidad de vida.

Autores como Octavio Paz analizaron el tema de la Conquista y trataron de explicarlo. Sobre los indígenas señaló que, muertos sus dioses y rotos los lazos con sus antiguas culturas, quedaron en situación de orfandad y solo encontraron un lugar en el mundo debido a que se integraron a la fe católica. Además, afirma que México es hijo de una doble violencia imperial: la de los aztecas y la de los españoles.

México, como la gran mayoría de los países, es producto de procesos históricos dolorosos que a menudo incluyen cruentas guerras. ¿Estudiarlos o cuestionarlos? ¿Revivirlos o dejarlos que descansen la paz de los sepulcros?

De la mezcla de los periodos prehispánico, virreinal e independiente surge la identidad mexicana, la cual se construye todos los días y se modifica con los años. El México de la etapa pre-revolucionaria no es el mismo de la década de los 50 ni se parece al país de la década de los 80 o a la nación de este 2019. Las sociedades se transforman y evolucionan.

Hoy se conmemoran 500 años del encuentro de Moctezuma y Cortés, ocurrido en un sitio que muchos ubican en la actual avenida Pino Suárez de la capital del país.

No se puede negar que una cultura fue arrasada, pero mucha de su riqueza permanece en la vida cotidiana integrada con otras culturas.

¿Qué debe prevalecer hoy? ¿El malestar o la reconciliación? Para responder es necesario recordar que cuando los países se obstinan en discusiones del pasado pierden tiempo valioso para arreglar el presente y planear el futuro.

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